domingo, 29 de agosto de 2010

Ensalada Tabule


El trigo burgol es uno de los cereales más usados en la cocina árabe y oriental. Es un tipo de grano que se vende partido y precocido. Con solo agregarle agua caliente y dejarlo en remojo un rato, estará listo. Así que a los seguidores de recetas rápidas, fáciles y con potencial de ser elaboradas, les vendrá como anillo al dedo. Por la parte nutricional, al contener el grano parte de la cáscara, aportará vitaminas del complejo B, también fibras, calcio, hierro y fósforo. Y como si esto fuera poco, amortiza los niveles de glucemia y colesterol en la sangre.

Para la cartera de la dama y el bolsillo del caballero, llega hoy la receta de la ensalada tabule (hay muchas otras que se pueden hacer con trigo burgol, y que quedarán para un futuro no muy lejano, ya que en la simbólica me vendieron dos kilos... también una birome, dos paquetes de carilinas, cuatro pilas energizer y un mp3 de Ricky Martin). Antes que se acerquen las polillas pasamos a la receta de esta típica ensalada árabe.

Para cuatro personas, necesitamos:
250 gramos de trigo burgol, 1 pepino, 1 cebolla blanca y un par de cebollitas de verdeo, 1 tomate perita, perejil o cilantro, medio morrón verde, jugo de limón, aceite de oliva y, si quieren, también unas hojitas de menta, 5 o 6 aceitunas negras y una pizca de comino.
Poner el trigo en un bol y cubrir con agua hirviendo o muy caliente (tiene que sobrepasar un centímetro al trigo) y dejar una hora en remojo. Cortamos chiquita la cebolla blanca, la de verdeo, el pepino, tomate, morrón y aceitunas.

Picamos el perejil o cilantro y, si tienen, las hojitas de menta y las aceitunas. Colamos el trigo y cuando esté frío, mezclamos todo. Aliñamos el tabule con jugo de limón, sal, aceite de oliva y una pizquita de comino.
Muy bien, he logrado llegar a una redacción limpia y didáctica (o eso creo). Le voy tomando el pulso al estilo de cocinera. Motivo suficiente para terminar con un chiste:

Es un ladrón que no tenía plata, y mandó hacer una pistola de madera.
Al día siguiente entra en un banco con la pistola en la mano y dice:
¡Todos al piso o los muelo a palo!

jueves, 26 de agosto de 2010

¡El cyberbudín de BERENICE! ¡Nuestra invitada de agosto!


Hoy, Con el tenedor en la mano, se viste de gala para recibir a una invitada muy pero MUY especial: BERENICE TEJADA RODRIGUEZ.
Berenice, 9 años, pacifista de las que ya no hay, repostera, artista plástica, Coordinadora del Grupo de Voluntarios del Departamento de Informática de BIBLIO-PEQUE y tantas cosas más, nos presenta una receta muy especial intitulada "Budín a la Berenice". La recibimos con un gran aplauso, bombos y platillos, expresiones de sorpresa y miles de hurras. Verán las fotos del acontecimiento, la receta y, encabezando esta entrada, la foto de la artista en la exposición de una de sus obras (perdón, no tengo la autorización de nadie para reproducirla, pero lo mío es robar!). Las dejo entonces con ella y luego yo cierro más debajo.




B U D Í N  A  L A  
B E R E N I C E

Ingredientes:
 
200gs. de manteca o margarina
200gs. de azúcar o 1 cda. (de postre) de edulcorante
4 huevos
Harina leudante, 250 gs. y plus.
Fruta abrillantada, 150gs.
Pasas de uva, 150gs.
Coñac, 1 copita (en esta receta: licor de cereza)
Esencia de limón, 1 cta.
 
En un bol, se coloca la manteca blanda con el edulcorante y se bate con batidor de alambre durante 10 minutos, (en esta oportunidad, por razones de tiempo, se hizo con batidora), se agregan  de a 1 los huevos, sin dejar de batir, hasta formar una pasta cremosa. Se le agrega la esencia y el licor de cerezas, que nos quedó de haber remojado las pasas de uva y luego colado.

Agregar de a poco la harina y seguir batiendo, de ser necesario agregar leche descremada.

Por último se incorporan las pasas de uva y la fruta abrillantada, previamente pasadas por harina (para que no se vayan debajo de la preparación)  con movimientos envolventes.  Luego se lleva al horno medio durante 40–50 minutos.


BERENICE  TEJADA  RODRIGUEZ

Agradezco primeramente a BERENICE por haber aceptado participar en mi blog, por todo el trabajo realizado y, sobre todas las cosas, por tener TALENTO. También a Veronica (la sua mamma, inversora y madrina del evento) y a Analía, cyber amiga, productora, coordinadora, alentadora, mujer de palabra y... sin palabras... solo MUCHAS GRACIAS CON TODO MI CORAZÓN!

domingo, 22 de agosto de 2010

Salsa para un sandwich


El cansado más famoso de la historia fue el cocinero de John Montagu IV quien, harto de que el Conde le dejara los platos sin probar por estar siempre ocupado jugando a las cartas, le inventó el sándwich. El bocadillo, bocata, baguette, sanguche o como prefieran llamarle, era la mejor solución para alimentar a un ardiente jugador que, no solo no podía ser desconcentrado del envite, sino que tampoco contaba con más de dos dedos para maniobrar comida. Desde aquel entonces (1762)  y hasta su fallecimiento, el cocinero no volvería a lidear con los cacharros ni con la difícil tarea de lavar los platos.

Con el tiempo, el sandwich se abrió camino, conquistó a multitudes de televidentes y terminó por convertirse en una de las comidas más rápidas y populares que hoy puedan existir. 
Como imaginarán, no les voy a pasar la receta de cómo se hace un sándwich. Solo les tiro una idea para hacer una salsita que  se acomoda muy bien entre dos panes, o sobre unas brochettes, papas fritas, salchichas e incluso como aliño de ensaladas. 

Ingredientes:
Mezclamos ¼ de taza de miel, ½ taza de mostaza y ½ de yogurt natural (podemos reemplazarlo por queso blanco o mayonesa).

¡Ay, para qué escribir tanto!
Antes de despedirme, los invito a clickear sobre la palabra CANSANCIO y escuchar el hermoso poema de Oliverio Girondo, recitado por la voz cansina de Tom Lupo. 

jueves, 19 de agosto de 2010

Budin de bananas


¡Con esta receta, este blog, cumple 100 entradas! ¡Y la bloggera que te jedi, algunos cuantos… pero nunca tantos! Un amigo me dijo una vez que ahora que Sandro no estaba entre nosotros, nadie se iba a acordar de mi cumpleaños. Se equivocó. Nunca recibí tantos saludos como hoy. Muchas gracias a todos y, como no tengo mucho tiempo de sentarme a escribir, paso una receta así rapidito –un poco repetitiva con el tema de los budines, pero bué, hoy quería pasar esta receta y esta foto!-.
Quedo a la espera que se solucionen los problemas de los biblio-peque, los problemas de los biblio-grandes y que pronto todos sean buenos cocineros y anden por la vida felices y contentos. ¡Y paso un chiste al final para levantar un poco a este post!

Ingredientes: 
2 huevos
1 taza de azúcar
4 bananas
35 grs. de manteca
1 1/2 Tazas de harina leudante
Nueces
Pasas de uva (opcional).
Se pisan las bananas con el azúcar, se agregan los huevos, luego la manteca blanda, las nueces picadas y, si queremos, pasas de uva. Por último agregamos la taza de harina, y mezclamos bien. Mandamos a un molde enmantecado y enharinado y luego al horno por 45 minutos más o menos.
Y el chiste prometido:
Este es un borracho que llama a un portal y pregunta:
-Señora, ¿Está su hijo en casa?
Dice la señora:
-No.
Y contesta el borracho:
-¿Le importaría asomarse a ver si soy yo?
Y bueno, espero encontrar un chiste mejor para la próxima. Besos a todos.

sábado, 14 de agosto de 2010

Budín de mandarinas: para las viejas locas


Quién de ustedes (que sea de mi generación… el que no sabe, no pregunte!) no recuerda que hace mucho, mucho tiempo, cuando íbamos a la primaria, la abuela o la madre de una o uno, nos enchufaba una mandarina en el portafolios o, lo que era peor, en el bolsillo del guardapolvos. Llevar una mandarina en el bolsillo era el símbolo del infortunio total. Por muy dulce, buena y sana que fuera, nunca estaba a la altura de un Jorgito. También recuerdo que en los cines de barrio, cuando las puertas se cerraban, la sala quedaba en la oscuridad más absoluta, los comentarios se convertían en cuchicheos, se iluminaba la pantalla gigante, los parlantes empezaban a reproducir el sonido de huevos fritos de una película que había sido pasada más de la cuenta (como ser, Cupido motorizado)…

...y cuando todos estábamos embobados con el arranque del motor del escarabajo de oro, que siempre nos llevaba a otros mundos, hechizados de pies a cabeza, con un pie en el embrague y la mano en la palanca de cambio… zaz! éramos interrumpidos por las chispas, el ácido que salpicaba en los ojos (si es que uno estaba al lado del artefacto)  y más tarde por el olor, el penetrante y odioso perfume de la cáscara de una mandarina. En aquella época, las padecíamos. Nadie se salvaba. Todos los vecinos tenían en el fondo una planta, que era, como decían nuestros padres o abuelos, la mejor fuente de vitamina C. Me acordaba de estas cosas porque hoy, en la verdulería de mi barrio, como el invierno es la época de todas las clases, vendían las dancy, criolla, smith, salteñita y… no recuerdo si también otra. Si les parece mucho, hagan click  sobre MERCADO CENTRAL y descubrirán que el mundo de las mandarinas excede a la división “con semillas” o “sin semillas”. 
Todo este preámbulo para pasar la riquísima, fácil y deliciosa receta del budín de mandarinas, que se hace en un tris, (se las vendo) es fuente de vitamina C y compañera de los mates de las tardes de los fines de semana de las viejas y de las tías (yo es la primera y última vez que la hago, prometo).

Ingredientes:
2 mandarinas grandes limpias
100 cm de aceite de maíz o girasol
2 huevos
½ taza de azúcar
1 y ½ taza de harina leudante

Procedimiento:
Lavar bien las mandarinas. Trocear una (con cáscara y todo) y quitar las semillas. Pelar la otra mandarina, descartar la cáscara y también trocear (quitando las semillas). Meterlas en una licuadora o minipimmer junto con el aceite, los huevos y el azúcar. Llevar a un bol y de a poco ir agregando la harina. Llevar a molde previamente enmantecado y azucarado y hornear en temperatura media por 40 minutos.

Y para cortar lo empalagoso del budín y lo ceremonial del preámbulo (no estaré por estirar la pata, che?), cierro este post con un chiste cordobés.

Resulta que hay un cordobés arriba de una higuera y otro que pasa le pregunta:
- Che, cordobé, qué hacé ahí arriba?
- Estoy comiendo mandarinas.
- Pero si eso es una higuera,
- Y a mí que me importa si las mandarinas las traigo en el bolso.

miércoles, 11 de agosto de 2010

Lomito salteado con hongos


Aquí relato el destino que encontraron los maravillosos hongos portobello que fotografié la otra vez (suena triste, pero… después de haberles sacado las fotos, escribir la “receta melancólica”, bautizado con nombre a cada uno de ellos -Herminia, Micaela, Orlando y Capitán- me dio mucha pena filetearlos.  Mientras se doraban en la sartén, me pareció escuchar que uno de ellos decía a otro: “pasame el filtro solar” (nadie pase el dato de este pormenor a mi cuñado el psicólogo, por favor). Así que me puse a llorar por todos ellos, Herminia, Micaela, Orlando… Capitán. Incluso lloré por la cebolla morada, que ni siquiera había sido bautizada. En fin. Después del almuerzo me tomé unas gotas homeopáticas llamadas “Rescue Remedy” (y también Hepatalgina, por si acaso) y caí en la cuenta de que los hongos no se ríen, no lloran, no acusan de nada a nadie. Me repetí, al lavar los platos, una y otra vez, “no existe la venganza vegeta más que en mi imaginación”.

¡Se terminó la hora de la pavada! Ahora sí, paso la receta:
Primero: no confundir “lomo salteado” (esta receta) con “lomo saltado”, que es una receta peruana mucho más complicada (y más rica, para qué les voy a mentir). Esta receta es fácil, rápida y accesible (exceptuando el detalle del precio del lomo).

Ingredientes: para 2 o tres personas necesitamos 250 gramos de lomo cortado en tiritas, 1 cebolla morada (que es más fuerte que las blancas), 2 o 3 ramitas de cebolla de verdeo, 1 bandejita de hongos portobello, vino (yo lo hice con el oporto que me quedó de las tortas y salió perfecto), salsa de soja, pimienta y sal.
Calentar en una sartén el aceite de oliva. Sellar los daditos de lomo de los dos lados y sin que se terminen de cocinar. Reservar la carne. En la misma sartén, freír la cebolla morada y la de verdeo y cuando estén tiernas, agregamos los hongos portobello fileteados (recordando que “portobello” no es ningún nombre personal). Salar y pimentar. Cuando la cebolla y los hongos estén dorados, agregamos un chorro de salsa de soja y luego, (antes que pregunten por el factor de la dermaglós), un poco de vino (u oporto). Agregamos la carne y cocinamos hasta que se evapore el alcohol. Si el lomo no dice “muuu”, y los hongos no sueltan risitas, estará delicioso. Queda muy bien acompañado de arroz. 

domingo, 8 de agosto de 2010

Hongos Portobello


El otro día fui a la verdulería de mi barrio y me quedé observando las bandejas de hongos. Estaban las de los blancos, popularmente conocidos como champiñones y otros más oscurillos y un pelín más grandes, los portobello. Me traje de los dos tipos y mientras pensaba en cuál sería su destino gastronómico, les hice unas fotos. Mi cámara es básica, automática y digital y, con lo rápido que avanza la tecnología, ya prácticamente obsoleta. Sin embargo me dio una increíble (pero real) reproducción de esta planta talofita:  una simple, espontánea, natural  y a la vez extraordinaria imagen. Si me pongo  melosa me dicen.
Los que conocemos de cebollas blancas, moradas, de verdeo, dientes de ajo, repollitos de bruselas, alcauciles, paltas, percibimos, de vez en cuando, cuánta belleza puede concentrar un simple vegetal. El destino lo tienen escrito de antemano: ir a parar a la olla, horno, sartén, plato, para luego continuar el recorrido que todos bien conocemos.  Sin embargo no considero que el fin sea inadecuado, por algo este blog  auspicia la noble tarea de ponerse a cocinar.


Una cabeza de cebolla de verdeo, cortada en rodajas revela, entre capas, pequeñas y milagrosas líneas fluorescentes que a los pocos segundos se apagan; una cebolla morada tiene en su interior los principios básicos de la Escuela de Bauhaus; un diente de ajo  cortado al medio, es una verdadera gema. Las verdulerías, con su simpleza y todo, poco tienen que envidiarles a un museo o una galería de arte.
Solo quería pasar estas fotos y reflexionar (me puse solemne, lo sé, lo sé...) sobre lo ciegos que somos a la grandeza de las cosas simples. Si alguno de ustedes piensa que estoy escribiendo bajo la influencia de algún hongo alucinógeno, piensa mal. El poder de estos hongos ha sido el de sujetarse con firmeza en mis retinas.
Pronto pasaré alguna receta hecha con estos hongos que estoy auspiciando. Ninguno de ellos terminará  hoy en la olla.

sábado, 7 de agosto de 2010

Risotto de tomates secos y hongos


La diferencia entre un plato de arroz y un risotto (inventado por los italianos en el siglo XVI) es que este último es cremoso, “mantecato”, porque se pegotea en el almidón que se desprende de los granos. El secreto para que esto suceda es freír el arroz en seco y, de a muy poco, agregar caldo caliente en pequeñas cantidades. La cocción debe hacerse a fuego mediano. Para que no se pegue uno deberá permanecer fiel  junto a la olla y, de ser posible, ser  una persona honesta y trabajadora.  Es decir, agachar la cabeza y revolver. El tiempo de cocción dependerá del tipo de arroz que usemos. El arroz blanco se hace en 15 o 20 minutos, el integral o yamaní, media hora y un poco más también (dado que estos granos conservan el salvado de la cáscara y son más firmes -y más nutritivos, dicho sea de paso-). 

Para hacer este risotto, necesitamos:
(ingredientes para dos personas)
2 tazas de arroz yamaní (o integral, o blanco); 1 bandeja de champignones frescos, 8 tomates secos, 1 cebolla mediana, laurel, pimienta, sal, manteca (o aceite de oliva) y queso rallado.
Ponemos a hervir los tomates secos en una ollita con agua por unos 5 minutos. Cuando estén tiernos, los retiramos y reservamos el agua.
En una olla, ponemos a calentar tres o cuatro cucharadas de manteca (o aceite de oliva), freímos la cebolla cortada muy chiquita y cuando esté transparente, agregamos el arroz seco y lo dejamos tostar unos minutos, revolviendo con dedicación y esmero.

Añadimos los champignones fileteados, un par de hojas de laurel, los tomates ya hidratados cortados en tiritas, medio vaso de vino blanco seco o vino tinto (a piacere) y salpimentamos. Subimos la llama del fuego y dejamos evaporar el alcohol. Luego, y de a poco, agregamos el agua que nos quedó del tomate (o caldo caliente). A medida que el agua se evapora, vamos a agregando más (todo esto sin dejar de revolver, por supuesto). A los 15, 20, 30 minutos (dependiendo del tipo que usemos) el arroz estará listo. Sin dejar que el agua se evapore completamente, apagamos el fuego, añadimos un par de cucharadas de manteca y queso rallado. 
Tapamos la olla y dejamos estacionar un rato para que ligue y espese. Una delicia. Como dijimos antes, esta receta es italiana, pero el arroz es procedente de Asia Meridional (India, Indochina y China).

Como era de esperarse, llegó la hora de los chistontos. Este que paso debajo, es más accesible que el del post anterior, por lo menos yo me leí un lato. Resulta que...

Un hombre entra a un restaurante cantonés y le dice al mozo:
-Chinito solo tengo 3 pesos. Será que me puedes dar arroz con camarón?
El chino le responde:
-¡Camalón caro! Tu estás loco…
-Entonces que me puedes dar, chino?
-Arroz con lisa.
-Bien. Tráeme eso entonces…
El chino le lleva el plato y el hombre ve que sólo hay arroz y dice:
- Chino pero aqui sólo hay arroz. Y la lisa?
- Jajajajajaja.

 

miércoles, 4 de agosto de 2010

Arroz persa o arroz dulce


Enviado desde mi planberry –berrygud.

Voy a escribir poco porque no ando lo que se dice bien de salud (nada relacionado a la indigestión, a no preocuparse). Si por algún motivo emplichara esta semana, aviso a todos aquellos que tengan la llave de mi casa, que la Essen tiene los tornillos flojos. Si la olla sufre un accidente en alguna cocina familiar, no fabulen con la existencia de fantasmas (menos ahora que expliqué cómo termina el chiste).
Ingredientes: arroz (blanco, integral o yamaní), aceite de oliva, ajo, curry, pimentón dulce, canela, almendras fileteadas, pasas de uva, clavo de olor, comino, jengibre, confitura de naranja, miel, caldo y sal.

Remojar el arroz con agua fría media hora. Lavar para sacar el almidón. Hervir durante 5 minutos. En un wok, sartén grande u olla, calentamos aceite de oliva. Freímos un diente de ajo machacado e inmediatamente agregamos el arroz colado y semicocido. Condimentamos con las especias que tengamos, agregamos de a poco caldo o agua caliente (por cada taza de arroz, dos de caldo o agua), luego las pasas, almendras, cascaritas de naranja confitadas (tan simple como cortar cascaritas y hacerlas hervir en agua y azúcar hasta llegar a punto almíbar) y el jengibre rallado. Cuando esté por terminarse de evaporarse el agua, agregar miel (tres o cuatro cucharadas por cada 100 gramos). Cuando quede apenitas de agua y el arroz esté prácticamente cocido, apagar el fuego, tapar y dejar estacionar un rato. Se puede acompañar con pollo frito o al horno. Como no tengo refrán para dar finalización a este post (¡aleluya!), paso un chistecito alegórico a la receta:
- qué le dice un grano de arroz a otro en el desierto?
- vaya ambiente, chico!

Yo no lo entendí, pero tal vez alguno de ustedes lo agarre al vuelo.

domingo, 1 de agosto de 2010

Guiso de lentejas rojas


¡Volvemos a encender el incienso en la cocina y a pintarnos el lunar en la frente! Inauguramos agosto con una receta hindú intitulada Dahl (también conocida como Daal, Dal o Dhal), y es una especie de guiso de lentejas que, a pesar de no llevar chorizo colorado ni carne,  sigue estando buena. Si me la comparan con las que salen en las revistas vegetarianas que venden en el subte, les digo, “mmm… puede ser, y qué?”

Para 4 solemnes participantes, necesitamos:
400 gramos de lentejas turcas (rojas), 1 morrón verde, 2 dientes de ajo, 1 taza de tomates peritas de lata (o 6 tomates pasados por agua caliente y sin piel), aceite de oliva. Esto es lo básico. Continúo con las hierbas y especias: cúrcuma, curry, canela, clavo de olor, jengibre rallado, cilantro, mostaza en grano (sigo?), nuez moscada, comino, pimentón, pimienta negra y… sal. Obviamente yo usé la mitad de todas estas cosas e igual quedó bien. Esto es lo que dicen los hindúes que lleva y nos puede servir de referencia para hacer combinaciones (o para cuando tengamos que pasarle la receta a alguien, jeje).

Tenemos que tener las lentejas remojadas desde la noche anterior. Calentamos aceite de oliva en una sartén. Freímos el ajo, a los segundos freímos el morrón, y por último los tomates. Agregamos las lentejas coladas y un poco de agua o caldo. Condimentamos con todo lo que tengamos a mano (de la lista) y dejamos cocer un rato, hasta que la salsa se reduzca. Las lentejas turcas se parten, es inevitable. Que no baje la moral a causa de eso. Por ese motivo de esta misma receta se suele hacer un puré para acompañar otras cosas étnicas o exóticas como esta.

Me despido de ustedes con un chiste muy oportuno:
Estaban dos señores gordos y uno le dice al otro:
-yo, antes de acostarme, camino treinta cuadras, y tú?
-yo tengo la cama ahí nomás. 
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