Los salmones son famosos por realizar sorprendentes viajes contra la corriente. Nacen en el río y, cuando alcanzan la juventud, bajan hacia el mar. Allí viven por un tiempo, entre un año y tres, hasta llegar a adultos. Ya maduros, emprenden camino a casa (si es que no son engañados por un anzuelo antes, claro), entonces enfrentan la corriente del mar para regresar al agua dulce donde nacieron. Allí se instalan, desovan, se reproducen y se quedan hasta el fin. Esta historia me la contó el pescadero, que andaba en crisis porque esa misma mañana, cruzando la calle, casi lo aplasta un auto. Yo escuché el relato, pero hacia la mitad, me di vuelta y fijé la mirada en la carnicería de enfrente, justo hacia el gancho que exponía las tiras de asado.
Cuando me vio hacer el giro de 180 grados con los pies, el pescadero cayó en la cuenta que una clienta -de estas que se dejan engañar con el precio- se le iba de las manos. Así que antes que desapareciera en cuerpo y alma me gritó
¡nena (estudió marketing),
no te vayas! Luego de una discusión moral, llegamos a un trato. Me daba la mejor parte y a mitad de precio (sensible soy... pero no boba). Así que me llevé este hermoso trozo de pez... scado (San Pedro es el patrono de los pescadores)… que... (snif) estaba riquísimo.
Para aquellos a quienes este relato no haya afectado, no sea hayan convertido al vegetarianismo y aún les quede un resto de aguinaldo, va la receta de un delicioso salmón rosado con salsa de mangos. Un manjar.
Ingredientes por persona: 200 gramos de salmón rosado
1/2 mango maduro
1/2 cebolla cortada finita
1/2 limón exprimido
1 cucharada de cilantro picado
Aceite de oliva, vino blanco (o caldo) y efectivo o tarjeta.
La receta:
En una fuente aceitada, ponemos un pedazo grande de papel aluminio. Colocamos el salmón con la piel hacia abajo y salamos y pimentamos. Agregamos por encima cebolla cortada muy finita, cilantro picado, puré de mango y bastante jugo de limón. Rociamos con vino blanco (o caldo) y lo envolvemos con el papel. Llevamos al horno por unos quince o veinte minutos, desenvolvemos y medimos la temperatura de nuestra moral, que seguramente será muy baja, y lo servimos inmediatamente.
Ya que estamos con el tema de vivir y de morir, paso algunas citas célebres... o mejor dicho, epitafios:
De Eric Idle (que sigue vivo), miembro de los Monty Python: Say no more.
De John Wayne: Feo, fuerte y formal.
De Groucho Marx (a su suegra): Rip, rip, hurra!
Cayo Valerio Catulo (para su mujer): Aquí descansa mi querida esposa Brujilda Jalamonte 1973 – 1997 “Señor recíbela con la misma alegría con que yo te la mando.”