domingo, 31 de julio de 2011

Puré de ajos


Esta receta la ví en L´Exquisit. No la iba a postear porque me parecía demasiado sencilla para quien pasa sólo una receta por semana. Pero durante estos días comprobé que no todo lo que parece poquita cosa lo es, y que con una pequeña cabeza de ajo un cocinero puede levantar el nivel gastronómico de cualquier preparación hecha a la ligera.
La receta es de lo más sencilla: sólo tenemos que envolver una cabeza de ajo en papel aluminio y llevarla al horno (o parrilla) por una hora. La retiramos, dejamos descansar unos minutos para que pierda unos grados de temperatura, le cortamos la base y, con la ayuda de una cuchara o palote, la aplastamos hasta quitarle todo el puré. Lo mezclamos con aceite y sal, guardamos en un pequeño frasco esterilizado y luego llevamos a la heladera.

¿Para qué puede servir?
-Para adobar una pechuga de pollo que vayamos a asar a las brasas o a la plancha.
-Para untar una tostada a la que luego podemos agregar tomate y jamón.
-Para aliñar una ensalada de hojas verdes y paltas.
-Para hacernos unos macarrones al ajo gratinados con queso.
-Para saborizar una sopa crema, de estas básicas que tomamos en invierno.
- Como acompañamiento de pescados, carne roja, mariscos, verduras salteadas o asadas, o de un puchero.
-Para espantar vampiros.

Como ven, con una cabeza de ajo se pueden mejorar un montón de recetas. Hay otras pequeñas cosas que pueden resultar fenomenales. Con unas pocas palabras  un genio como Chéjov pudo escribir “Poquita cosa” y nosotros leer un cuento extraordinario. ¡Hasta la próxima receta… o mejor dicho, hasta el próximo cuento!

Poquita cosa
Antón Chéjov
(Relato extraído de Narrativa Breve)

Hace unos día invité a Yulia Vasilievna, la institutriz de mis hijos, a que pasara a mi despacho. Teníamos que ajustar cuentas.
-Siéntese, Yulia Vasilievna -le dije-. Arreglemos nuestras cuentas. A usted seguramente le hará falta dinero, pero es usted tan ceremoniosa que no lo pedirá por sí misma... Veamos... Nos habíamos puesto de acuerdo en treinta rublos por mes...
-En cuarenta...
-No. En treinta... Lo tengo apuntado. Siempre le he pagado a las institutrices treinta rublos... Veamos... Ha estado usted con nosotros dos meses...
-Dos meses y cinco días...
-Dos meses redondos. Lo tengo apuntado. Le corresponden por lo tanto sesenta rublos... Pero hay que descontarle nueve domingos... pues los domingos usted no le ha dado clase a Kolia, sólo ha paseado... más tres días de fiesta...
A Yulia Vasilievna se le encendió el rostro y se puso a tironear el volante de su vestido, pero... ¡ni palabra!
-Tres días de fiesta... Por consiguiente descontamos doce rublos... Durante cuatro días Kolia estuvo enfermo y no tuvo clases... usted se las dio sólo a Varia... Hubo tres días que usted anduvo con dolor de muela y mi esposa le permitió descansar después de la comida... Doce y siete suman diecinueve. Al descontarlos queda un saldo de... hum... de cuarenta y un rublos... ¿no es cierto?
El ojo izquierdo de Yulia Vasilievna enrojeció y lo vi empañado de humedad. Su mentón se estremeció. Rompió a toser nerviosamente, se sonó la nariz, pero... ¡ni palabra!
-En víspera de Año Nuevo usted rompió una taza de té con platito. Descontamos dos rublos... Claro que la taza vale más... es una reliquia de la familia... pero ¡que Dios la perdone! ¡Hemos perdido tanto ya! Además, debido a su falta de atención, Kolia se subió a un árbol y se desgarró la chaquetita... Le descontamos diez... También por su descuido, la camarera le robó a Varia los botines... Usted es quien debe vigilarlo todo. Usted recibe sueldo... Así que le descontamos cinco más... El diez de enero usted tomó prestados diez rublos.
-No los tomé -musitó Yulia Vasilievna.
-¡Pero si lo tengo apuntado!
-Bueno, sea así, está bien.
-A cuarenta y uno le restamos veintisiete, nos queda un saldo de catorce...
Sus dos ojos se le llenaron de lágrimas...
Sobre la naricita larga, bonita, aparecieron gotas de sudor. ¡Pobre muchacha!
-Sólo una vez tomé -dijo con voz trémula-... le pedí prestados a su esposa tres rublos... Nunca más lo hice...
-¿Qué me dice? ¡Y yo que no los tenía apuntados! A catorce le restamos tres y nos queda un saldo de once... ¡He aquí su dinero, muchacha! Tres... tres... uno y uno... ¡sírvase!
Y le tendí once rublos... Ella los cogió con dedos temblorosos y se los metió en el bolsillo.
-Merci -murmuró.
Yo pegué un salto y me eché a caminar por el cuarto. No podía contener mi indignación.
-¿Por qué me da las gracias? -le pregunté.
-Por el dinero.
-¡Pero si la he desplumado! ¡Demonios! ¡La he asaltado! ¡La he robado! ¿Por qué merci?
-En otros sitios ni siquiera me daban...
-¿No le daban? ¡Pues no es extraño! Yo he bromeado con usted... le he dado una cruel lección... ¡Le daré sus ochenta rublos enteritos! ¡Ahí están preparados en un sobre para usted! ¿Pero es que se puede ser tan tímida? ¿Por qué no protesta usted? ¿Por qué calla? ¿Es que se puede vivir en este mundo sin mostrar los dientes? ¿Es que se puede ser tan poquita cosa?
Ella sonrió débilmente y en su rostro leí: "¡Se puede!"
Le pedí disculpas por la cruel lección y le entregué, para su gran asombro, los ochenta rublos. Tímidamente balbuceó su merci y salió... La seguí con la mirada y pensé: ¡Qué fácil es en este mundo ser fuerte!

11 comentarios:

  1. Exquisita y muy útil,me encanta doy fe que es lo mejor,yo la preparo con ajo chilote,es un excelente acompañamiento,te ha quedado perfecta,abrazos amiga.

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  2. Pues me parece genial, super sencillo pero tiene mil usos :)

    Juanjo - http://www.oletusfogones.com

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  3. Cómo me ha gustado el texto... No he leído este libro, me ha apetecido.
    Tienes razón, los ajos así son una delicia untada en pan. Yo, a veces, pongo la cabeza en el horno y la saco a la mesa tal cual, para que la unten directamente, sin quitarle yo la carne.
    Es un entrante divertido y original.
    Besinos cuca!!

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  4. Qué bueno la poquita cosa del puré de ajo y qué malo no ser valiente en esta vida.
    Buena semana.

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  5. ¿Por qué no publicar una receta sencilla? Esas son las del día a día y de las que siempre nos acordamos cuando necesitamos una comida rica y rápida.
    El relato lo miraré cuando tengo un poquito más de tiempo.
    Un besazo.
    Alicia.

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  6. Estela: ¡genial! este cuento de Chéjov venía "muy a cuento". Ni qué decirte que es mi ruso favorito, su capacidad de síntesis es extraordinaria, una vez que se leyó a A. Ch. la vara queda muy alta para los otros cuentistas.

    El puré de ajo tiene otra connotación con tu pluma, ¡se me antojó de inmediato! besitos querida vecina!

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  7. Estela, que idea más buena este puré de ajos. Excelente para tenerlo preparado y en cualquier momento utilizarlo como un acompañamiento. Totalmente de acuerdo en que algo sencillo puede levantar hasta las nubes el nivel gastronómico de un plato. Un beso querida amiga.
    cosicasdulces.blogspot.com

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  8. Mmmm, no sé si me gusta más el puré de ajos o el cuento de Chejov... ¿Qué tal leerlo con una tostadita untada con el puré? Sí, sí, creo que ambos placeres podrían hacer buena pareja.

    Ese puré es muy parecido a lo que aquí llamamos alioli, aunque esta salsa se hace con el ajo crudo, lo cual hace que sea mucho más fuerte. No sé si la conoces pero es muy rica y también la usamos para acompañar carnes, legumbres o caracoles.

    Me ha gustado mucho tu blog, por cierto. Gracias por compartir y hasta pronto. Un abrazo,

    Betty

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  9. Con que relatos más estupendos preparas tus entradas. Me parece un blog genial. Gracias por seguirme, me quedo como seguidora de tu blog. Una receta sencilla y potente. Besos.

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  10. hola soy de Uruguay y me ha encantado tu blog.
    Saludos
    http://empezandoenlacocina.blogspot.com/

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  11. Hola Estela. Entro por primera vez en tu blog, y me parece una pasada.
    Directamente me quedo de seguidora, y con mas tranquilidad, leere tu comentario en la entrada.
    El pure de ajo, me encanta.
    Besoso y hasta siempre.

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