¡Feliz primavera para todos los del Sur! ¡Feliz otoño para los del Norte! Tarde para saludar, pero con las mejores intenciones.
Durante estos últimos días estuve trabajando como hormiga, intentando entender la parábola del trabajador solidario, humilde y productivo. ¿Será que hay moraleja? Mientras reflexiono, paso la receta y, más luego, un simbólico cuento:
Durante estos últimos días estuve trabajando como hormiga, intentando entender la parábola del trabajador solidario, humilde y productivo. ¿Será que hay moraleja? Mientras reflexiono, paso la receta y, más luego, un simbólico cuento:
Masa de quiche:
2 tazas harina
1 cucharadita de azúcar
150 gramos de manteca
100 cc de agua fría (o leche)
Sal y pimienta
En un bol, mezclar la harina con la manteca y la sal. La manteca tiene que estar fría, así que para que se junte con la masa tenemos que irla cortando en pedacitos con la ayuda de un cuchillo y luego un tenedor. Agregar el agua helada y seguir mezclando. Amasar con las manos hasta conseguir una masa homogénea. Guardar el bollo en la heladera durante un rato.
Si vamos a hacer pequeñas tarteletas, dividir la masa en varios bollitos. Estirar cada uno de ellos y meter en un molde individual. Estirar y con la masa cubrir los costados.
Pinchar la masa con un tenedor.
Brócoli cocido y escurrido (bastante)
2 huevos
1 cebolla salteada
250 grs. de queso crema (o crema batido)
250 gramos de queso (alguno salado)
Sal, pimienta y nuez moscada.
2 huevos
1 cebolla salteada
250 grs. de queso crema (o crema batido)
250 gramos de queso (alguno salado)
Sal, pimienta y nuez moscada.
Saltear la cebolla. Cuando esté dorada, agregar el brócoli cortado en cubos. Cocinar unos minutos y apagar el fuego. Cuando esté tibio o frío, agregar los huevos batidos, el queso y la crema y condimentar con sal, pimienta y nuez moscada.
Rellenar las tarteletas y llevar al horno por 15 o 20 minutos.
Para las hormigas, moralejas siempre hay. Gracias a la sugerencia de Fernando Terreno del blog La pulpera, hoy puedo dejarles una. Para ustedes, trabajadores humildes, solidarios, laboriosos... y para mí!
Rellenar las tarteletas y llevar al horno por 15 o 20 minutos.
Para las hormigas, moralejas siempre hay. Gracias a la sugerencia de Fernando Terreno del blog La pulpera, hoy puedo dejarles una. Para ustedes, trabajadores humildes, solidarios, laboriosos... y para mí!
Un día las hormigas, pueblo progresista, inventan el vegetal artificial. Es una papilla fría y con sabor a hojalata. Pero al menos las releva de la necesidad de salir fuera de los hormigueros en procura de vegetales naturales. Así se salvan del fuego, del veneno, de las nubes insecticidas. Como el número de las hormigas es una cifra que tiende constantemente a crecer, al cabo de un tiempo hay tantas hormigas bajo tierra que es preciso ampliar los hormigueros. Las galerías se expanden, se entrecruzan, terminan por confundirse en un solo Gran Hormiguero bajo la dirección de una sola Gran Hormiga. Por las dudas, las salidas al exterior son tapiadas a cal y canto. Se suceden las generaciones. Como nunca han franqueado los límites del Gran Hormiguero, incurren en el error de lógica de indentificarlo con el Gran Universo. Pero cierta vez una hormiga se extravía por unos corredores en ruinas, distingue una luz lejana, unos destellos, se aproxima y descubre una boca de salida cuya clausura se ha desmoronado. Con el corazón palpitante, la hormiga sale a la superficie de la tierra. Ve una mañana. Ve un jardín. Ve tallos, hojas, yemas, brotes, pétalos, estambres, rocío. Ve una rosa amarilla. Todos sus instintos despiertan bruscamente. Se abalanza sobre las plantas y empieza a talar, a cortar y a comer. Se da un atracón. Después, relamiéndose, decide volver al Gran Hormiguero con la noticia. Busca a sus hermanas, trata de explicarles lo que ha visto, grita: "Arriba... luz... jardín... hojas... verde... flores..." Las demás hormigas no comprenden una sola palabra de aquel lenguaje delirante, creen que la hormiga ha enloquecido y la matan.
(Escrito por Pavel Vodnik un día antes de suicidarse. El texto de la fábula apareció en el número 12 de la revista Szpilki y le valió a su director, Jerzy Kott, una multa de cien znacks.)