domingo, 27 de junio de 2010

Cómo hacer LA torta de cumpleaños


A todos nos toca, al menos una vez en la vida, tomar la responsabilidad de hacer LA torta de cumpleaños familiar. No hay ser humano que no caiga en la tentación de  estar a solas en una cocina para sumergirse, por lo menos por 2 horas, en el universo repostero donde  no hay nada que esté prohibido. Recomiendo hacer esta receta a los melancólicos, dado que la causa de este trastorno proviene de los bajos niveles de glucemia en la sangre. Entre paso y paso, cucharada mediante, las endorfinas saldrán disparadas de forma en que el mundo se les presentará, por un rato, favorable.

Para organizarme (psicológica y físicamente), lo que yo hago ponerme la vincha, tener todo lo que necesito a la vista  (olvidarse de comprar chocolate o dulce de leche resultaría fatal para esta experiencia), apagar el teléfono, hacer mate o café, y decir, manos a la obra.

Lo que lleva: 1 caja de bizcochuelo (para lo cual necesitan 3 huevos, 220 cm3 de leche); 150 gramos de chocolate semiamargo o chocolate blanco, medio kilo de dulce de leche, 250 cm3 de crema de leche. Para humedecer la torta, almíbar (va la receta), moscato o mistela.

Hacemos un bizcochuelo de cajita. Para que salga parejo hay que encender el horno a fuego mediano un rato antes de empezar a cocinar. También hay que chequear que la rejilla donde irá el molde, esté lo más alineada posible. Cuando el bizcochuelo esté listo y frío, pasamos a lo que más nos interesa, que es el relleno. Como todos sabemos, cuánto más húmeda nos quede la torta, más halagos recibirá. Digamos que el éxito depende de ello.

Así que deben proveerse de moscato, mistela o almibar. Hacer almíbar es muy fácil: ponen a calentar en un jarrito una taza de agua, una de azúcar, medio limón exprimido y una cascarita. Dejen hervir un buen rato hasta que tenga la consistencia adecuada. Dividimos el bizcochuelo en tres partes, lo más prolijo posible. Humedecemos bastante la base con el almíbar (o el moscato), luego agregamos el dulce de leche (el medio kilo o lo que quede).

Ponemos la segunda capa, volvemos a humedecer y agregamos la crema batida (recomiendo hacerlo un rato antes y con dos o tres cucharadas de azúcar nada más, para que no quede empalagoso). Ponemos la tercer y última capa y echamos todo lo que nos quede de almibar. Para hacer la cubierta tenemos que derretir chocolate semiamargo o chocolate blanco a baño maría con un chorro de crema de leche. Bañamos el bizcochuelo con imaginación y -colorante mediante- creatividad. Celeste y blanca, garantía de éxito. Por lo menos por hoy.

viernes, 25 de junio de 2010

Huevos RE-llenos


Iba camino a la línea D por ese pasaje larguísimo que te lleva desde Bolívar hasta Catedral,  tarareando esta canción popular que dice “qué te ha hecho la vida, Marafioti” (que no es Mochín), cuando una polémica me sacó de órbita. Una pareja joven, en la entrada del pasillo a la línea A, discutía a los gritos sobre si debían tomarse la línea A o la E. Ella decía que debían tomar la línea A y él decía que la línea E. Ella dijo que iban a la casa de la tía de ella y que no había nadie que pudiera saberlo mejor que ella, porque ELLA era la sobrina de su tía. Él respondió que no importaba si la tía era de ELLA o de su prima, que ÉL toda la vida había ido a jugar a la canchita de Chile y Entre Ríos y que ELLOS se tenían que tomar la línea E. La chica lo zamarreó para el lado de la A y el chico zamarreó para el lado de la E. Ellos siguieron discutiendo y yo caminando y, casi llegando a la entrada de MI línea, que era la D, escuché claramente un “me tenés lo huevos re-llenos”. Después doblé y los perdí para siempre. Aunque me quedé con las ganas de decirles, chicos, cualquiera de las dos líneas los deja bien.

Hoy, esta receta, es para ellos:
Hervimos huevos por unos diez o quince minutos. Apagamos el fuego, dejamos enfriar, los descascaramos y partimos al medio. Quitamos la yema y la mezclamos con queso roquefort, crema o queso crema, y perejil. Re-llenamos los huevos y listo.
También se puede llamar, los huevos al plato, los huevos por el piso, los huevos partidos al medio o me tenés los huevos rotos. Y de paso, para Maradona: ponga huevo, aceite y agite.

lunes, 21 de junio de 2010

Mousse de mango


¡Se vino la serie de las mousses! Empezamos por la de té verde, seguimos por la de mango y continuaremos por la mousse pad. Es que tengo que rendir una materia y ando perdida como turca en la neblina, como  corcho sobre el agua, echando sapos y culebras, comiéndome los codos, la cabeza me yerbe, y al que me interrumpa para decir que no quiere caldo, tres tazas llenas!

Para que esta receta quede bien sabrosa hay que ponerle bastante mango. Si quieren hacer 4 porciones deberán proveerse de 4 mangos, jugo de ½ limón, azúcar, 250 cm3 de crema (o queso blanco, aunque con esta última opción les saldrá un poquito salao) y 2 cucharadas soperas de gelatina sin sabor. Batimos la crema con una o dos cucharadas de azúcar. Pelamos los mangos, retiramos la pulpa y procesamos con el jugo de medio limón y azúcar (a piacere). A este batido agregamos 3 cucharadas de gelatina sin sabor disueltas en un poquito de agua fría o tibia. Revolvemos bien y luego incorporamos suavemente la crema. Metemos en moldecitos y a la heladera por un par de horas. Más que una delicia, una delicia más.  ¡Adelante con los faroles!

jueves, 17 de junio de 2010

Mousse de té verde


Esta receta es una versión sencilla de una de mousse que hace un cheff oriental, que más que cocinero, es un artista (y ya perdí el link, así que no les puedo señalar la foto). Yo hice un intento y por supuesto no seguí la receta al pie de la letra. Supongo que por ese motivo a mí no me quedó tan proporcionada. Para hacer 4 postrecitos necesitamos: 1 cucharada de matcha de té verde disuelto en 3 cucharadas de agua caliente (plan B: hacer un té verde fuerte en 3 o 4 cucharadas de agua caliente... a lo simple), jugo y ralladura de medio limón, 2 cucharadas de gelatina sin sabor disueltas en cuatro de agua caliente, 2 yemas de huevo, 2 claras, 200 gramos de queso blanco tipo philadelphia, 50 gramos de azúcar y un fragmento de pionono o una base hecha con galletitas y manteca.

Mezclamos el té con el medio limón exprimido. Cuando entibie agregamos la gelatina sin sabor y mezclamos.  Batimos las yemas con el azúcar hasta el punto letra, juntamos con el queso crema y la preparación del té.  Revolvemos bien. Por último, agregamos suavemente las claras batidas a punto nieve. 
Antes de meter en un molde, nos conviene hacer una base de pionono, como para que el asunto se sostenga. Y luego, una tapa, como para poderle pintar algo verde encima, ya que la mousse, por más que de té verde es, verde no queda. La mousse que hizo este cheff es una obra maestra, pero bueno, usó colorante. Así cualquiera.
Me despido de ustedes con un maravilloso cuento japonés.  Hasta la vista.

Cuerpo de mujer
De Ryunosuke Akutagawa 

Una noche de verano un chino llamado Yang despertó de pronto a causa del insoportable calor. Tumbado boca abajo, la cabeza entre las manos, se había entregado a hilvanar fogosas fantasías cuando se percató de que había un pulga avanzando por el borde de la cama. En la penumbra de la habitación la vio arrastrar su diminuto lomo fulgurando como polvo de plata rumbo al hombro de su mujer que dormía a su lado. Desnuda, yacía profundamente dormida, y oyó que respiraba dulcemente, la cabeza y el cuerpo volteados hacia su lado.
Observando el avance indolente de la pulga, Yang reflexionó sobre la realidad de aquellas criaturas. "Una pulga necesita una hora para llegar a un sitio que está a dos o tres pasos nuestros, aparte de que todo su espacio se reduce a una cama. Muy tediosa sería mi vida de haber nacido pulga..."
Dominado por estos pensamientos, su conciencia se empezó a oscurecer lentamente y, sin darse cuenta, acabó hundiéndose en el profundo abismo de un extraño trance que no era ni sueño ni realidad. Imperceptiblemente, justo cuando se sintió despierto, vio, asombrado, que su alma había penetrado el cuerpo de la pulga que durante todo aquel tiempo avanzaba sin prisa por la cama, guiada por un acre olor a sudor. Aquello, en cambio, no era lo único que lo confundía, pese a ser una situación tan misteriosa que no conseguía salir de su asombro.
En el camino se alzaba una encumbrada montaña cuya forma más o menos redondeada aparecía suspendida de su cima como una estalactita, alzándose más allá de la vista y descendiendo hacia la cama donde se encontraba. La base medio redonda de la montaña, contigua a la cama, tenía el aspecto de una granada tan encendida que daba la impresión de contener fuego almacenado en su seno. Salvo esta base, el resto de la armoniosa montaña era blancuzco, compuesto de la masa nívea de una sustancia grasa, tierna y pulida. La vasta superficie de la montaña bañada en luz despedía un lustre ligeramente ambarino que se curvaba hacia el cielo como un arco de belleza exquisita, a la par que su ladera oscura refulgía como una nieve azulada bajo la luz de la luna.
Los ojos abiertos de par en par, Yang fijó la mirada atónita en aquella montaña de inusitada belleza. Pero cuál no sería su asombro al comprobar que la montaña era uno de los pechos de su mujer. Poniendo a un lado el amor, el odio y el deseo carnal, Yang contempló aquel pecho enorme que parecía una montaña de marfil. En el colmo de la admiración permaneció un largo rato petrificado y como aturdido ante aquella imagen irresistible, ajeno por completo al acre olor a sudor. No se había dado cuenta, hasta volverse una pulga, de la belleza aparente de su mujer. Tampoco se puede limitar un hombre de temperamento artístico a la belleza aparente de una mujer y contemplarla azorado como hizo la pulga. 

domingo, 13 de junio de 2010

Pescado al estragón


Con esta receta doy finalización (por este mes, al menos) a la serie de recetas de pescado (¡por fin!).
Para esta receta necesitamos filetes de merluza, abadejo o lenguado macerados en jugo de limón y sal. Para la salsa, aceite de oliva, estragón, mostaza, sal y pimienta. Podemos acompañar esta receta con papas hervidas cortadas en rodajas.

La receta: maceramos los filetes en limón por media hora aproximadamente. Hacemos una salsa con aceite de oliva, sal, pimienta, mostaza y bastante estragón. Estiramos el pescado y lo pintamos de ambos lados con la salsa. Lo enrollamos y sujetamos con escarbadientes. Volvemos a pintar por encima con la salsa. En una fuente aceitada, acomodamos unas rodajas de papas precocidas. Echamos un chorrito de aceite de oliva y luego, por encima, acomodamos los rollitos. Horneamos por unos 15 minutos más o menos.

jueves, 10 de junio de 2010

Brótola al roquefort


Según los entendidos, la brótola es “un pez deportivo, sin espectacularidades pero que  equilibra esa carencia con una carne blanca, suave, delicada, de sabor agradable”. Excepto por lo de “deportivo”, lo demás lo entendí. Los filetes de brótola son carnosos, suaves,  pero necesitan de un golpe energía. En este caso, de un empuje futbolero, ya que  la brótola será nuestra mascota de la Copa Mundial de Fútbol del 2010.

Salamos y pimentamos los filetes. Por encima echamos un poco de vino blanco, queso roquefort, crema de leche y romero. Si quieren, también pueden ponerle granos de pimienta y orégano. Llevamos a una fuente con un chorrito de aceite de oliva y metemos en el horno. Para que no se nos seque nos conviene taparlo con papel aluminio. En 15 o 20 minutos la brótola estará lista para salir a hinchar por la selección argentina (o, en su defecto, por Uruguay, El Salvador, Nicaragua, Guatemala, Somalía, Escocia o cualquier otro país cuya bandera blanquiceleste sea capaz de flamear, por lo menos, hasta los octavos de final). También pueden usar colorante, pero sepan de antemano que en las reposterías escasean el verde y amarillo. Como si este tema les preocupara a los brasileros, no?

domingo, 6 de junio de 2010

Pescado rabioso


Como saben, hay mil maneras de hacer pescado. Pero una sola para hacer que te saque la lengua. Para una merluza al curry es sumamente fácil. Estiramos filetes de merluza, pintamos con un poco de manteca o crema de leche. Agregamos tomates cortados en rodajas, sal, pimienta y un poco de curry. Enrollamos, sujetamos con unos escarbadientes y por encima echamos crema o manteca y luego espolvoreamos con curry y pimienta. Podemos acomodar el tomatito que sobresale para que en vez de sacar la lengua, el pescado sonría, ponga cara de villano o recite unas coplas. Lo dejo a gusto de cada uno.

sábado, 5 de junio de 2010

Rollitos de merluza


Espero nadie recuerde una receta que posteé tiempo atrás, promocionando la merluza del Leader Price. La receta, la foto y el contenido eran un desastre. Como creo que he progresado, o al menos cuando quiero comer pescado voy a la pescadería, vuelvo a postear la receta… mejorada! La merluza de la pescadería sabe mejor, es más sana y, aunque no lo crean, cuesta menos. Y antes de irme por las ramas del árbol de Avatar, procedo a pasar la receta:

 
En una sartén con aceite de oliva freímos ajo cortado en láminas y a los pocos segundos agregamos un morrón verde cortado en tiras finitas y almendras fileteadas. Salamos y pimentamos. Cuando el  morrón esté tierno, apagamos el fuego. Estiramos los filetes de merluza y rellenamos con el morrón, ajo y almendras. Enrollamos y sujetamos con unos escarbadientes. Por encima echamos lo que nos quede de la salsa. Forramos un molde con papel aluminio, metemos los rollitos de merluza, tapamos con papel aluminio y llevamos al horno o grill por unos pocos minutos. Se hace muy rápido.

martes, 1 de junio de 2010

Pollo a la miel


Esta receta es fácil pero lleva varias cosas y puede parecer complicada. Aunque, si quitan algún ingrediente, igual quedará riquísima. Podemos obviar el jengibre (¿justamente lo que le da el sabor especial?), o el ajo (ay, qué pena), o la miel (no tiene caso…) o las almendras (¡qué tontería!) o el vino blanco (sacrilegio…), o el jugo de naranjas (pero de eso hay…) o la pizca de curry (inadecuado) o la sal (insulso), o el pollo (imposible, por algo dicho sustantivo encabeza el título). Si quitaran alguna cosa de estas que digo, tendrían una receta más accesible, pero nunca esta:



Maceramos una pechuga deshuesada de pollo cortada en tiras en jugo de naranja y un chorrito de salsa de soja. En una sartén calentamos un par de cucharadas de aceite de oliva y salteamos un diente de ajo. Apenas se empiece a poner dorado, agregamos el pollo (reservando el jugo). Cuando se empiece a dorar, agregamos de a poco el jugo de naranjas y soja, jengibre rallado, vino blanco, almendras, una pizca de curry y sal. Cuando la salsa empieza a espesar, agregamos cuatro o cinco cucharadas de miel. Vigilar que no se convierta en caramelo. Servir de inmediato.  Podemos acompañar con arroz blanco. Una delicia. El plato que Babel olvidó servir en su banquete.

Calabazas caramelizadas


Si no les resulta empalagoso, pueden acompañar estas calabazas con la receta anterior. Aunque mejor quedan con carne al horno. La receta: pelamos una calabaza y la cortamos en rodajas. Ordenamos las rodajas separadas sobre una fuente con aceite de oliva. Encima, agregamos una cebolla y un morrón verde cortados en rodajas bien finas, sal, pimienta (y si tenemos, también, romero, perejil o albahaca), una pizca de azúcar y otra vez rociamos con aceite de oliva. Llevamos al horno mediano a fuerte y a los veinte minutos las damos vuelta. Dejamos cocinar un rato más y listo. Se recomienda no usar mayonesa ni kétchup. Pero si el gusto es tirano, qué otra.

viernes, 28 de mayo de 2010

Cheescake de chocolate


Según Carlos Arguiñano, la mejor dieta para bajar de peso es la CLM (comer la mitad). Festejando esta novedad, posteo la última bomba de mayo: tarta de queso y chocolate. No es necesario mirar la foto dos veces para darse cuenta que hay (¡ay!) colesterol. Pero podemos preparar tartas pequeñas o hacer una grande y convidar a varios. Como dijo Baltazar Gracián, “lo bueno, si breve, dos veces bueno, y aún lo malo, si breve, no tan malo”.
Para la masa: 300 gramos de galletitas dulces (de limón, vainilla o canela) y 100 gramos de manteca blanda.

Para el relleno y cobertura: 250 cm3 de crema de leche, 400 gramos de queso crema, 150 gramos de chocolate semi amargo, 3 huevos, media taza de azúcar.



Y la receta: trituramos las galletitas hasta que se forme una harina. Agregamos la manteca y amasamos bien hasta formar una pasta lisa. Forramos con ella un molde, presionamos bien con los dedos y guardamos en la heladera por una hora aproximadamente.
Batimos los huevos con 3 o 4 cucharadas de azúcar. Aparte, batimos la mitad del tarro de crema con 5 o 6 cucharadas de azúcar por un minuto, agregamos el queso crema y batimos dos minutos más. Ponemos a derretir el chocolate a baño maría con la mitad de la crema que nos queda. Juntamos los huevos batidos con la mezcla de la crema y el queso y revolvemos. Cuando el chocolate esté derretido (y tibio) agregamos a la preparación anterior y mezclamos bien. Rellenamos el molde. Horneamos por 45 o 50 minutos. Si queremos que nos salga húmedo, nos conviene hacerlo en el horno a baño maría: poner el molde sobre una fuente con agua y taparlo con papel aluminio. Apagamos el horno y dejamos enfriar. Por encima podemos bañarlo con la crema que nos queda apenas batida o fundir con ella más chocolate a baño maría. Siguiendo con el consejo de Arguiñano yo les recomendaría que si no la van a llevar a la casa de nadie, la escondan en el freezer... siempre y cuando no les gusten las tortas congeladas.

martes, 25 de mayo de 2010

Puchero del bicentenario. La invitada de mayo: Susana


Hoy, conmemorando el bicentenario de la patria, cedo este humilde pero honorable espacio a uno de los próceres de la cocina familiar: Susana. Ella nos explicará paso a paso cómo se hace este solicitado plato popular y, de paso, revelará la fórmula del puchero que convierte al comensal de diversa ideología política, en acérrimo peronista (y al que ya lo es, fanatiza). Si hay algo que no se ha perdido en la tradición familiar, es la brujería en la cocina.
Recuerden que este es un especial y que esta receta (cuyo copyright y contenido gastronómico no me pertenecen) se sale por un día de lo fácil y de lo rápido. También sepan que, para hacerlo, habrán de contar con un importante capital de ollas así como también de comensales de firme y contendiente convicción política. Éxitos. ¡Y a lograr el objetivo!

Lo que lleva. Carnes: ossobuco de vaca, panceta, gallina, chorizo colorado.
Verduras: Zanahorias, zapallo, puerros, papas, batatas, choclos, repollo, garbanzos, cebolla, apio, perejil, laurel, apio.
Para acompañar, aceite de oliva, mayonesa, mostaza y salsa criolla.
Paso a paso. Remojar toda una noche garbanzos. Al día siguiente enjuagarlos, ponerlos con agua y sal, de ser posible, en una olla a presión (1). Poner a fuego máximo y después del primer silbido bajar al mínimo y dejarlos 20 minutos. En otra olla (2) poner a hervir los chorizos y la panceta. Cuando estén tiernos agregar el repollo y seguir hirviendo hasta que se ponga transparente. En otra (3) olla más grande poner a hervir agua con sal gruesa. Agregar la carne de vaca, con los puerros, el apio y una cebolla hasta que la carne esté tierna. Pasados unos minutos verán que se forma una espuma en la superficie, ir retirando. En otra olla (¡4ta.!) hervir gallina, al cabo de 30 minutos agregar las zahahorias  y después las las papas y las batatas, y al rato el zapallo, hasta que las verduras y gallina estén tiernas. Agregar tos los choclos cortados en rodajas de unos 4 cms,  dejar hervir 5 minutos y apagar.

Colar la olla de la carne, chorizo, panceta, repollo y tirar el agua. Colar los garbanzos. Colar la olla de la gallina y las verduras y reservar el caldo. Cuando el caldo enfríe colocarlo en la heladera y cuando se solidifique la grasa en la parte de arriba retirarla con una espumadera. Es delicioso para tomarlo caliente solo o agregarle fideos o arroz y hacer una rica sopa invernal. Distribuir en dos fuentes, en una con la carne, el chorizo, la panceta y la gallina y en la otra las verduras. Cada uno acompañara con aceite de oliva, mostaza, salsa picante, mayonesa a gusto o, salsa criolla (ver receta). También pueden agregarse ajíes asados o pickles como complemento.

Salsa criolla


Esta salsa es parte del especial del bicentenario y también autoría de Susana. Perfecta para el puchero peronista, digo, bicentenarista (¡Santo cielo, me convenció!).
Lleva: 1 cebolla, medio morrón rojo, medio morrón verde, 2 cebollas de verdeo, 1 tomate sin semillas, aceite de oliva, vinagre, sal, limón, ají molido, pimienta, cilantro y ya que estamos en el baile, ají picante o chile jalapeño.
Picar bien las cebollas, los morrones, el verdeo, cilantro y los tomates. En otro recipiente disolver la sal con el vinagre y un chorrito de limón. Agregar aceite de oliva y revolver. Añadir los vegetales y una pizca de ají picante o chile jalapeño. Mezclar y condimentar. Dejar reposar un par de horas antes de llevar a la mesa.

miércoles, 19 de mayo de 2010

Manzana asada


Persistiendo con mi línea de recetas básicas, va la de manzana asada. Debe debe ser la más fácil de todas las recetas básicas que andan dando vueltas por ahí (y por aquí). Es decir, la que no necesita ser explicada. Es, más bien, una idea que les doy para cuando se cansen de ver esas manzanas en el medio de una mesa y no sepan qué hacer con ellas. ¿Vieron cómo aguantan las manzanas?
Bien podría resumir e ir derecho al procedimiento (e incluso, evitarlo), pero necesito pasar dos fotos y para ello he de incluir más de texto. Debo demostrar que, además de tener ganas de sacarle una foto a una cosa redondita con un ojo, sigue habiendo contenido en Con el tenedor en la mano.



Bueno, ahí va: cortamos la manzana por arriba (¿hola?), con una cuchara quitamos el centro y las semillas, rellenamos con azúcar y vino blanco. Podemos poner alguna cosilla por ahí en el centro que sea capaz de flotar (el azúcar, el vino y el jugo de manzanas se convertirán con el calor en una especie de gelatina): puede ser una almendra, una nuez o un muñequito de chocolate Jack. Llevamos al horno por unos quince o veinte minutos y listo. Con crema batida pasa a ser de un elemento decorativo, a un postre. Fin.

domingo, 16 de mayo de 2010

Guiso àl barrio


No sé cómo se llama este guiso pero la receta es bastante popular. Al menos cuando mis hermanos y yo éramos chiquitos, nos hacían este plato bastante seguido. Claro que en ese entonces, fanáticos de la milanesa y las batatas fritas como éramos, no nos gustaba nada. Pero con los años una le agarra cariño a la cacerola. Es tan fácil como casi todas las recetas que posteo. Para 4 porciones necesitamos: aceite de oliva, un diente de ajo, 4 cebollitas de verdeo, un morrón rojo, 1 lata de tomates peritas, 2 churrascos de nalga, 1 hoja de laurel, 200 gramos de arroz, pimentón y nada más. Bueno, sí, con cuatro o cinco rodajitas de chorizo colorado convertiríamos esta receta en una verdadera delicia.

En una olla o cazuela ponemos a freír el diente de ajo picado, enseguida (antes de que tome color) sumamos las cebollas de verdeo y el morrón picados. Dejamos cocinar un par de minutos y agregamos la carne cortada en tiritas y, si tienen y pueden, chorizo colorado. Cuando se cocine, sumamos puré de tomates, pimentón, sal y laurel. Dejamos cocinar un rato. En otra olla ponemos a cocinar arroz, a los 10 minutos de hervor, colamos y llevamos a la cacerola. Dejamos que se termine de cocer en la salsa y ya está.

sábado, 15 de mayo de 2010

Arroz con pollo y azafrán


Una excelente receta para hacer en invierno. Se prepara en menos de cuarenta minutos y se saborea mejor al día siguiente. Ese es el quid de los guisos, nadie lo puede negar. Para 4 porciones, necesitamos: 2 pechugas de pollo cortadas en cubitos, 1 o 2 dientes de ajo, 1 cebolla grande, 1 zanahoria, 2 tazas de arroz, 1 lata de arvejas, 1 morrón rojo, media lata de tomates peritas, aceite de oliva, sal, pimienta y 1 latita de azafrán (si es bueno cuesta un ojo de la cara… y sino, en el chino siempre hay del otro).

Por un lado ponemos a cocinar 2 tazas de arroz en 4 de agua (no se tiene que terminar de cocinar, ojo con descuidarse). Cuando el agua hierva, agregar un poco de azafrán para que el arroz vaya tomando color. Por otro, en una olla o cacerola, freimos la cebolla y el diente de ajo bien picados. Luego agregamos el morrón rojo y la zanahoria cortados chiquitos. Después de un par de miutos ponemos a cocinar el pollo trozado. En 10 minutos más o menos, echamos los tomates, las arvejas y todo lo que nos quede de la latita de azafrán. Mientras tanto, colamos el arroz, que debe estar semi cocido. Lo agregamos a nuestra salsa y dejamos cocinar unos 10 minutos más. Y listo, ideal sería dejarlo para el día siguiente. Y si no se puede, es porque no se puede.

Lo que sí puede uno es olvidarse de este guiso leyendo el maravilloso cuento...

La Casa del Juicio. 
De Oscar Wilde.
Y el silencio reinaba en la Casa del Juicio, y el Hombre compareció desnudo ante Dios.
Y Dios abrió el Libro de la Vida del Hombre.
Y Dios dijo al Hombre:
-Tu vida ha sido mala y te has mostrado cruel con los que necesitaban socorro, y con los que carecían de apoyo has sido cruel y duro de corazón. El pobre te llamó y tú no lo oíste y cerraste tus oídos al grito del hombre afligido. Te apoderaste, para tu beneficio personal, de la herencia del huérfano y lanzaste las zorras a la viña del campo de tu vecino. Cogiste el pan de los niños y se lo diste a comer a los perros, y a mis leprosos, que vivían en los pantanos y que me alababan, los perseguiste por los caminos; y sobre mi tierra, esta tierra con la que te formé, vertiste sangre inocente.
Y el Hombre respondió y dijo:
-Si, eso hice.
Y Dios abrió de nuevo el Libro de la Vida del Hombre.
Y Dios dijo al Hombre:
-Tu vida ha sido mala y has ocultado la belleza que mostré, y el bien que yo he escondido lo olvidaste. Las paredes de tus habitaciones estaban pintadas con imágenes, y te levantabas de tu lecho de abominación al son de las flautas. Erigiste siete altares a los pecados que yo padecí, y comiste lo que no se debe comer, y la púrpura de tus vestidos estaba bordada con los tres signos infamantes. Tus ídolos no eran de oro ni de plata perdurable, sino de carne perecedera. Bañaban sus cabelleras en perfumes y ponías granadas en sus manos. Ungías sus pies con azafrán y desplegabas tapices ante ellos. Pintabas con antimonio sus párpados y untabas con mirra sus cuerpos. Te prosternaste hasta la tierra ante ellos, y los tronos de tus ídolos se han elevado hasta el sol. Has mostrado al sol tu vergüenza, y a la luna tu demencia.
Y el Hombre contestó, y dijo:
-Sí, eso hice también.
Y por tercera vez abrió Dios el Libro de la Vida de Hombre.
Y Dios dijo al Hombre:
-Tu vida ha sido mala y has pagado el bien con el mal, y con la impostura la bondad. Has herido las manos que te alimentaron y has despreciado los senos que te amamantaron. El que vino a ti con agua se marchó sediento, y a los hombres fuera de la ley que te escondieron de noche en sus tiendas los traicionaste antes del alba. Tendiste una emboscada a tu enemigo que te había perdonado, y al amigo que caminaba en tu compañía lo vendiste por dinero, y a los que te trajeron amor les diste en pago lujuria.
Y el Hombre respondió:
-Si, eso hice también.
Y Dios cerró el Libro de la Vida del Hombre y dijo:
-En verdad, debía enviarte al infierno. Sí, al infierno debo enviarte.
Y el Hombre gritó:
-No puedes.
Y Dios dijo al Hombre:
-¿Por qué no puedo enviarte al infierno? ¿Por qué razón?
-Porque he vivido siempre en el infierno -respondió el Hombre.
Y el silencio reinó en la Casa del Juicio.
Y al cabo de un momento. Dios habló y dijo al Hombre.
-Ya que no puedo enviarte al infierno, te enviaré al Cielo. Sí, al cielo te enviaré.
Y el Hombre clamó:
-No puedes.
Y Dios dijo al Hombre:
-¿Por qué no puedo enviarte al Cielo? ¿Por qué razón?
-Porque jamás y en parte alguna he podido imaginarme el Cielo -replicó el Hombre.
Y el silencio reinó en la Casa del Juicio.

martes, 11 de mayo de 2010

Faina y moscato


Querida Mónica: esta no es la fainá de Angelin, ni la de Güerrín y mucho menos la del Fortín. Esta receta que posteo es la más común, su resultado es una masa casera, dulzona, suave, liviana y, además, es riquísima. Aunque, como te dije, nunca como la de las pizzerías de culto, cuyo secreto -sospecho- debe ser nunca lavar los moldes. Y esto dicho con aunque pero sin peros.


Compramos en una dietética o simbólica ¼ kilo de harina de garbanzos. La llevamos a un bol con sal. Vamos agregando de a poco 3 tazas de agua tibia y 3 cucharadas de aceite de maíz mientras mezclamos con una cuchara de madera (o de la que tengan). Batimos o licuamos la pasta hasta que desaparezcan todos los grumos. Tiene que quedar de la textura de una crema (muy distinta a la masa de pizzas). Dejamos repostar a temperatura ambiente una hora. Luego de lo cual, encendemos el horno al máximo, echamos aceite en una pizzera o molde (con una cuchardada o dos está bien), llevamos el molde al horno y cuando el aceite esté caliente, metemos la mitad de la masa y cocinamos unos diez minutos. Luego agregamos el resto de la masa y horneamos unos 15 minutos más. Retirar, pimentar y servir enseguida. Hay otras variantes que pueden ser agregar queso rallado por encima o cebolla frita mientras se cuece, pero para hacerla por primera vez, mejor a lo clásico: al plato y con moscato.
Dedicada a Mónica, que lo que más extraña de la calle Corrientes es el olor de la faina recalentada.

domingo, 9 de mayo de 2010

Mousse de paltas


Pronostican que este año las paltas serán verdes, así que aprovechemos que todavía sigue la temporada (o que todavía nos las siguen trayendo desde los trópicos) para hacer una facilísima mousse.

Hacemos un puré con 2 paltas maduras (negritas). Las pisamos bien con jugo de limón. Tienen que quedar como una crema sin grumos. Agregamos una cucharada de mayonesa y otra de mostaza. Salamos y pimientamos. Hidratamos 1 cucharada sopera de gelatina sin sabor en 2 de agua caliente. Mezclamos con la preparación anterior y metemos en un molde. Dejamos solidificar un par de horas en la heladera.
Era tan fácil de explicar que me quedó lugar para dejar el primer fragmento de “Romance Sonámbulo” de Federico García Lorca.

Verde que te quiero verde.
Verde viento. Verdes ramas.
El barco sobre la mar
y el caballo en la montaña.
Con la sombra en la cintura
ella sueña en su baranda,
verde carne, pelo verde,
con ojos de fría plata.
Verde que te quiero verde.
Bajo la luna gitana,
las cosas le están mirando
y ella no puede mirarlas. 

viernes, 7 de mayo de 2010

Sopa crema de zanahorias


Recuerdo que cuando yo era chica mi abuela me decía que la zanahoria activaba la inteligencia. Desde entonces tengo el hábito de comer, al menos cinco veces por semana, esta hortaliza naranja preparada en distintas formas. En esta ocasión voy a pasar la receta de una sopa deliciosa que se prepara en veinte minutos o media hora.
En una olla con un poco de aceite, salteamos una cebolla cortada chiquita y 2 dientes de ajo enteros. Cuando estén tiernos, agregamos 4 zanahorias grandes cortadas en trozos y algunas cuantas ramitas de perejil. Dejamos cocinar por unos 5 minutos. Luego agregamos poco menos de un litro de caldo (2 cubitos y 3 tazas de agua caliente) y hervimos unos 10 o 15 minutos, hasta que las zanahorias estén tiernas. Retiramos del fuego, desechamos los ajos y procesamos todo en la licuadora. Agregamos un chorro de crema o queso crema y unas gotas de limón, que realzan el dulzor de la sopa. Las zanahorias también son ricas en betacaroteno (ideal para quien quiere llegar bien al los treinta), vitamina A, E, B, y, como ya dije, una fuente inagotable de compuestos para la inteligencia. Por algo Rucio perdió la cabeza.

Hemos de finalizar merecidamente con un microcuento (o chiste) sobre burros:

El Filogelos, atribuido a Hierocles y Filagrios:
Un hombre viajaba sentado en burro cuando pasó junto a un huerto. Al ver una rama de higuera que pendía repleta de higos maduros echó mano de ella. Pero el asno prosiguió su camino y el hombre quedó colgado de la rama. Al preguntarle el cuidador del huerto qué hacía allí colgado, le dijo: “Me he caído del burro”.

Sopa crema de tomates


Receta ideal para aquellas personas a quienes el invierno castiga. En mi caso me atormenta con la gripe pero no me saca las ganas de comer ni de cocinar. Recuerden que ir al chino a comprar sopas instantáneas es un trámite aún más complicado: entre ponerse el batón, sacarse los bigudíes, esperar el ascensor hasta decidirse a bajar por las escaleras, esquivar al administrador, cruzar la calle, dejar pasar al camión de basura, entrar al chino, encontrar en la góndola una caja que no esté vencida, hacer la fila, contar mondedas, volver a cruzar la calle, volver a subir ya por la escalera, abrir la puerta, atender al gato, poner la pava, buscar una taza limpia y demás, pierden más de 30 minutos. ¡Y esta sopa se hace en 20! Y es casera.

En una olla salteamos 1 cebolla picada. Cuando esté dorada agregamos 4 ramas de apio cortadas. Dejamos cocinar un par de minutos y luego añadimos 2 tazas de tomates peritas maduros y cortados (más o menos 7 tomates), 1 cucharadita de azúcar, sal y pimienta. A los 5 minutos de cocción agregamos 2 cubitos del caldo que les guste–quedan muy bien los cubitos a la provenzal- y 4 tazas de agua caliente. Esta clase de sopa lleva salsa blanca. Pero ojo, si la van a hacer, háganla bien. No vale echar manteca, harina y leche en la olla todo de una vez en la sopa porque verán que la leche se corta. Mi experiencia me indica que el tomate es, para esta sopa, lo que el limón es para la ricota. Mejor usar queso crema o un chorrito de crema. Más instanténea que las instantáneas. Click.
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