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viernes, 18 de febrero de 2011

Gazpacho de pepinos


De todo el reino vegetal hay sólo tres cosas que no puedo soportar: la sandía, el melón y el pepino. No sé qué es lo que tienen, pero con tan solo olerlos, me entran náuseas. Sin embargo, luego de haber escuchado que el pepino tiene muchísima vitamina E, que no engorda, quita las ojeras y te pone la piel como quinceañera (estas dos últimas cosas no las digo yo, las decía Michael Jackson), hice el esfuerzo por amigarme.  Empecé por probar diferentes recetas y el mejor  resultado fue este gazpacho. Sabe a pepino, pero a pepino bien (y que se me permita la contradicción). Una verdadera y sana delicia.


Gazpacho de pepinos
Ingredientes (para 2 personas)
2 pepinos
1 diente de ajo
2 yogures naturales sin azúcar (o griegos)
4 cucharadas de aceite de oliva
3 de vinagre
Una pizca de sal



Cortamos los pepinos en cubos (si no los pelan, les saldrá más espeso y menos fino). Los metemos en la procesadora o licuadora con los yogures, el ajo, sal, vinagre, aceite. Si es necesario, rebajamos con un poco de agua fría. Servimos frío con unas cascaritas de pepino picado o menta.
Recuerden que el yogurt debe ser natural sin azúcar y, en lo posible, entero. Si lo hacen con un yogurt endulzado, toda esta receta se irá por la borda.

Seguiré haciendo gazpacho de pepinos mientras dure el verano, más que nada para ver si se cumple la profesía de que se me van a ir las ojeras o que se me van a ir descontando los años :(
Hablando de todo un poco, quiero terminar esta entrada con un relato que me encanta. Es de Fabian Casas, un autor argentino del barrio de Boedo y, aunque no tenga mucho que ver con la historia de los pepinos o los gazpachos, combina a la perfección. Una buena receta siempre liga bien con un buen cuento.

La nave de los sueños
Fabian Casas

Finalmente, el Jedi compró auto. Fue sin querer. Resulta que le prestó la plata a un amigo. Y el amigo le devolvió un auto.
El Jedi medio que se asustó cuando escuchó la propuesta: "Te pago con un coche."
Después los Jedis de la cofradía de Berazategui le aclararon que los coches actuales ya no usan caballos para funcionar. Hay ciertas versiones de la enciclopedia galáctica donde el sistema solar ni figura. Es decir, hasta donde se sabe, en ninguna. Así que no es raro que el Jedi estuviera medio confundido sobre coches y autos. Y a lo mejor esto explica lo que sucedió luego. Porque, según lo que el Jedi siempre decía, él no quería tener auto.
—¡Loco, pero por veinte lucas te llevás una nave! —le dijo su amigo. Y a su manera, algo de razón tenía.
La generosidad de la oferta lo aplastó y le castró todo prurito contra la adquisición de automóviles. El Jedi se subió al auto repartiendo sonrisas. Su amigo lo acompañó en el primer viaje. El Jedi condujo el Renault por las calles de la ciudad, bajo la mirada complacida de su compañero.
—Te gustó, guacho. ¡Decí la verdad!
El Jedi dijo que sí, que la cosa prometía. El confort era estupendo y las ruedas giraban suavemente mientras propulsaban el vehículo hacia una zona despoblada.
Cuando llegaron a las afueras de El Pato, se internaron por un camino vecinal que discurría entre campos sembrados de girasoles.
—¡Pisalo nomás, vas ver cómo anda! ¡Esto vuela, loco!
El Jedi buscó el botón de ignición, pero no lo encontró. Así que le preguntó a su amigo cómo hacía para despegar.
El amigo lo miró.
—¡Pisalo! Apretá el acelerador, nomás.
Cuando iban a una velocidad algo excesiva para seguir pegados a la tierra, el Jedi volvió a preguntar cuándo despegaría el auto.
El amigo le mostró un gesto de preocupación. Le miró la cabeza, más precisamente el punto donde la frente se convierte en cabellera, y luego nuevamente a los ojos.
—¿Cómo que querés despegar, animal?
—¿Pero no va a volar? ¿Acaso no es una nave? - preguntó el Jedi.
Su amigo le devolvió un gesto indescriptible.
Ahí se percató el Jedi de que esa nave plateada no despegaría nunca. Había invertido sus ahorros en un vehículo condenado a arrastrarse por siempre sobre la superficie sólida del planeta.
Volvieron en silencio, andando despacio por la Ruta 2.
Hoy en día suele verse al Jedi yendo de allá para acá, manejando su auto. Escucha la radio, lleva amigos a las fiestas e incluso transporta bafles y consolas de sonido. A bordo, todo es sonrisa y diversión. Pero quien presta atención, podrá ver que a veces hay un dejo de tristeza en el festejo.
En esos momentos el Jedi se relaja, afloja le velocidad y mientras conduce suavemente por la avenida Mitre, emite para sí un ruido imperceptible con los labios.
Simula el añorado rumor de un motor de iones, rumbo a las estrellas. 

sábado, 23 de octubre de 2010

Borscht frío


La “dacha”, en Rusia, era el tipo de casa de campo que se puso de moda durante el zarismo del Siglo XIX entre las familias mejor acomodadas. Generalmente eran usadas para guardar los muebles viejos, reunirse los fines de semana, descansar y también para cultivar una gran huerta. Luego de la revolución rusa, y durante el comunismo, el gobierno entregó a los trabajadores unas parcelas de unos seis sotok (algo así como 600 metros cuadrados) para que construyeran sus propias dachas. Las familias aprovechaban el terreno para cultivar papas, pepinos, zanahorias y, sobre todo, remolachas que, al parecer, eran bien rojas y crecían con una facilidad asombrosa.

Con las remolachas se prepara el tradicional borscht, sobre cuyo origen hay una gran disputa. Los rusos dicen que el borscht es ruso y los ucranianos dicen que nó, que es de Ucrania. Teniendo en cuenta que Ucrania se independizó de la Unión Soviética recién en 1991, consideramos que esta querella ha de haber sido la menos importante de todas. Por lo cual yo paso una versión de borscht frío, que no se parece mucho ni al ruso ni al ucraniano, pero para quien poco sabe de cocina y  menos de historia, le va a venir muy bien. Es muy fácil mi versión. Si me salteo algún ingrediente, que nadie se ofenda, que acá queremos a todos.

Ingredientes para 2 personas:
5 remolachas, 1 zanahoria, caldo de carne (o el agua de las remolachas hervidas), 1 cucharada de azúcar, 1 chorrito de vinagre, sal, crema (o crema agria), 1 huevo, perejil o apio y 1 cucharada de aceite de oliva (opcional).
Ponemos a hervir las remolachas y la zanahoria. Cuando estén tiernas, las escurrimos (reservando el agua, si es que no vamos a usar caldo). Cuando enfríen, las procesamos en la licuadora con el azúcar, la sal, el vinagre y el aceite. Vamos agregando agua de remolachas o caldo en la medida que queramos el borsch más o menos espeso. Al momento de servir agregamos por encima 1 huevo duro picado, perejil o apio, pepino cortado en daditos y un chorro de crema (o smetana).

Muchos escritores hacen mención al borscht en sus libros. En uno de sus ensayos, Walter Benjamin, famoso filósofo  judeo-alemán, se refirió, diciendo: “tus ojos bebieron de la roja exuberancia de este plato”.  Muy linda frase, esa se la entendimos todos.
Aprovechando esta noble ocasión en donde un tema lleva a otro sin aparente coherencia, damos fin a esta entrada con otra cita de nuestro querido, aunque enredado, el mencionado, Walter Benjamín.
HELIOTROPISMO
Como las flores vuelven su corola hacia el sol,
así también todo lo que ha sido
en virtud de un heliotropismo de estirpe secreta
tiende a dirigirse hacia ese sol que está por salir en el cielo de la historia.

[En "Tesis de la historia"]


lunes, 13 de septiembre de 2010

Gazpacho andaluz


Fruto de una intensa búsqueda a través de los blogs y webs españolas, hice la receta del gazpacho andaluz. Si algún cyber colega de esos lares encuentra una aberración, se solicita me lo haga saber.

Ingredientes para 4 personas:
6 tomates maduros grandes y carnosos
1/2 morrón verde
1/2 morrón rojo
1 pepino
1 cebolla
1 diente de ajo
1 rebanada de pan del día anterior
Sal, pimienta, aceite de oliva, vinagre, agua (a gusto de cada uno; no soy una experta en proporciones).

Remojar con un poco de agua el pan cortado en cubos. Trocear el tomate, los morrones, el pepino, la cebolla y el diente de ajo (sin el gérmen, raiz o fibra verde del medio). Meter en la licuadora con una cucharadita de vinagre, dos o tres de aceite de oliva y una pizca de sal. Agregar el pan ya humedecido y seguir licuando. Si queda muy espeso le podemos agregar un poco de agua. Llevar a la heladera por una o dos horas. Antes de servir nos conviene licuar unos segundos más. Lo llevamos a cazuelas, vasos o tazas y, por encima, le podemos poner daditos de pepino o  morrón, un chorrito de aceite de oliva o pequeños cubitos de tostada de pan. Y listo. El gazpacho (para los pocos que no lo saben) es una especie de sopa fría, muy nutritiva (tiene mucha vitamina C) y rapidísima de hacer. Es ideal para cuando se nos viene calorcete a los que andamos debajo del Trópico de Capricornio.

Quiero aprovechar esta ocasión tan ibérica para agradecer a los cocineros-bloggeros españoles por darme siempre tan buenas ideas y despertar mi imaginación gastronómica: Maria Mayte Hortelano, Irene, Majo, NuriaSilvia, María Lunarillos, Juana, Javi Recetas, Laura, María Alonso (y siguen los nombres). Y ya que estamos en el tema, recomiendo a los que tengan un blog de cocina, ver el video de Javi Recetas. Si linkean en la palabra "video", lo podrán ver. Entre otras cosas, él dice que solo publica lo que le gusta,  priorizando la calidad sobre la cantidad. Por mi parte, lo tomaré como consejo. Trataré de publicar  menos, intentando mejorar las recetas y las fotos. Al margen de eso, tener mediodías libres aptos para cocinar y sacar fotos, está cada vez más complicado. Alguien dijo que "lo que no ha pasado al mediodía puede pasar por la noche", pero sin un buen flash de cámara, no hay esperanza.
¡Entonces, será hasta la próxima! 

domingo, 5 de septiembre de 2010

Mayonesa de palta


Para quienes deben dar la batalla al colesterol, acá va una buena idea para hacer una mayonesa  maravillosa. Las paltas tiene la propiedad de elevar el colesterol HDL-c (o colesterol bueno), también son antioxidantes, ricas en  vitamina E, magnesio, potasio y demás cuestiones que ayudan a tener el corazón sano y a rodearse de buenos amigos.
Lo que no sé es si deberíamos llamar a esta receta propiamente “mayonesa”, pero como ya pasé la receta de pasta de paltas, mousse de paltas, crema de paltas, salsa de paltas y que este fruto es de lo más versátil, por ahí sería conveniente llamarla paltonesa. Se prepara exactamente como la mayonesa, solo que en vez de huevos, usamos... paltas.

Para hacer una porción pequeña, necesitamos:
1 palta madura (la “negrita”)
6 aceitunas verdes descarozadas
¼ taza de jugo de limón
½ taza de aceite
Sal y pimienta
Llevar a licuadora o minipimmer la pulpa de la palta, las aceitunas, el jugo de limón, una parte del aceite, sal y pimienta. Empezar a licuar y de a poco ir agregando el aceite restante. Licuar unos minutos más hasta que tenga consistencia de... mayonesa.
Fácil, sencilla y fresca, como la primavera. Y verde como las paltas, en septiembre, será el espíritu de este blog.
Me despido de ustedes no sin antes avisar que, si el verano trajo refranes, el otoño proverbios y el invierno, chistes, la primavera traerá citas célebres (agarrénse porque capaz se cuela alguna de Narovsky).  A continuación, transcribo una muy linda del pintor y escritor argentino, Alfredo Prior, que dice:
Parafraseando a Mallarmé, diría que el mundo existe para terminar en una pintura japonesa.
Adiós, y que la suerte los acompañe hasta el fin.

domingo, 8 de agosto de 2010

Hongos Portobello


El otro día fui a la verdulería de mi barrio y me quedé observando las bandejas de hongos. Estaban las de los blancos, popularmente conocidos como champiñones y otros más oscurillos y un pelín más grandes, los portobello. Me traje de los dos tipos y mientras pensaba en cuál sería su destino gastronómico, les hice unas fotos. Mi cámara es básica, automática y digital y, con lo rápido que avanza la tecnología, ya prácticamente obsoleta. Sin embargo me dio una increíble (pero real) reproducción de esta planta talofita:  una simple, espontánea, natural  y a la vez extraordinaria imagen. Si me pongo  melosa me dicen.
Los que conocemos de cebollas blancas, moradas, de verdeo, dientes de ajo, repollitos de bruselas, alcauciles, paltas, percibimos, de vez en cuando, cuánta belleza puede concentrar un simple vegetal. El destino lo tienen escrito de antemano: ir a parar a la olla, horno, sartén, plato, para luego continuar el recorrido que todos bien conocemos.  Sin embargo no considero que el fin sea inadecuado, por algo este blog  auspicia la noble tarea de ponerse a cocinar.


Una cabeza de cebolla de verdeo, cortada en rodajas revela, entre capas, pequeñas y milagrosas líneas fluorescentes que a los pocos segundos se apagan; una cebolla morada tiene en su interior los principios básicos de la Escuela de Bauhaus; un diente de ajo  cortado al medio, es una verdadera gema. Las verdulerías, con su simpleza y todo, poco tienen que envidiarles a un museo o una galería de arte.
Solo quería pasar estas fotos y reflexionar (me puse solemne, lo sé, lo sé...) sobre lo ciegos que somos a la grandeza de las cosas simples. Si alguno de ustedes piensa que estoy escribiendo bajo la influencia de algún hongo alucinógeno, piensa mal. El poder de estos hongos ha sido el de sujetarse con firmeza en mis retinas.
Pronto pasaré alguna receta hecha con estos hongos que estoy auspiciando. Ninguno de ellos terminará  hoy en la olla.

martes, 1 de junio de 2010

Calabazas caramelizadas


Si no les resulta empalagoso, pueden acompañar estas calabazas con la receta anterior. Aunque mejor quedan con carne al horno. La receta: pelamos una calabaza y la cortamos en rodajas. Ordenamos las rodajas separadas sobre una fuente con aceite de oliva. Encima, agregamos una cebolla y un morrón verde cortados en rodajas bien finas, sal, pimienta (y si tenemos, también, romero, perejil o albahaca), una pizca de azúcar y otra vez rociamos con aceite de oliva. Llevamos al horno mediano a fuerte y a los veinte minutos las damos vuelta. Dejamos cocinar un rato más y listo. Se recomienda no usar mayonesa ni kétchup. Pero si el gusto es tirano, qué otra.

viernes, 7 de mayo de 2010

Sopa crema de zanahorias


Recuerdo que cuando yo era chica mi abuela me decía que la zanahoria activaba la inteligencia. Desde entonces tengo el hábito de comer, al menos cinco veces por semana, esta hortaliza naranja preparada en distintas formas. En esta ocasión voy a pasar la receta de una sopa deliciosa que se prepara en veinte minutos o media hora.
En una olla con un poco de aceite, salteamos una cebolla cortada chiquita y 2 dientes de ajo enteros. Cuando estén tiernos, agregamos 4 zanahorias grandes cortadas en trozos y algunas cuantas ramitas de perejil. Dejamos cocinar por unos 5 minutos. Luego agregamos poco menos de un litro de caldo (2 cubitos y 3 tazas de agua caliente) y hervimos unos 10 o 15 minutos, hasta que las zanahorias estén tiernas. Retiramos del fuego, desechamos los ajos y procesamos todo en la licuadora. Agregamos un chorro de crema o queso crema y unas gotas de limón, que realzan el dulzor de la sopa. Las zanahorias también son ricas en betacaroteno (ideal para quien quiere llegar bien al los treinta), vitamina A, E, B, y, como ya dije, una fuente inagotable de compuestos para la inteligencia. Por algo Rucio perdió la cabeza.

Hemos de finalizar merecidamente con un microcuento (o chiste) sobre burros:

El Filogelos, atribuido a Hierocles y Filagrios:
Un hombre viajaba sentado en burro cuando pasó junto a un huerto. Al ver una rama de higuera que pendía repleta de higos maduros echó mano de ella. Pero el asno prosiguió su camino y el hombre quedó colgado de la rama. Al preguntarle el cuidador del huerto qué hacía allí colgado, le dijo: “Me he caído del burro”.

Sopa crema de tomates


Receta ideal para aquellas personas a quienes el invierno castiga. En mi caso me atormenta con la gripe pero no me saca las ganas de comer ni de cocinar. Recuerden que ir al chino a comprar sopas instantáneas es un trámite aún más complicado: entre ponerse el batón, sacarse los bigudíes, esperar el ascensor hasta decidirse a bajar por las escaleras, esquivar al administrador, cruzar la calle, dejar pasar al camión de basura, entrar al chino, encontrar en la góndola una caja que no esté vencida, hacer la fila, contar mondedas, volver a cruzar la calle, volver a subir ya por la escalera, abrir la puerta, atender al gato, poner la pava, buscar una taza limpia y demás, pierden más de 30 minutos. ¡Y esta sopa se hace en 20! Y es casera.

En una olla salteamos 1 cebolla picada. Cuando esté dorada agregamos 4 ramas de apio cortadas. Dejamos cocinar un par de minutos y luego añadimos 2 tazas de tomates peritas maduros y cortados (más o menos 7 tomates), 1 cucharadita de azúcar, sal y pimienta. A los 5 minutos de cocción agregamos 2 cubitos del caldo que les guste–quedan muy bien los cubitos a la provenzal- y 4 tazas de agua caliente. Esta clase de sopa lleva salsa blanca. Pero ojo, si la van a hacer, háganla bien. No vale echar manteca, harina y leche en la olla todo de una vez en la sopa porque verán que la leche se corta. Mi experiencia me indica que el tomate es, para esta sopa, lo que el limón es para la ricota. Mejor usar queso crema o un chorrito de crema. Más instanténea que las instantáneas. Click.

domingo, 14 de febrero de 2010

El zapallo de Macedonio

 

Volvemos al zapallo nomás. Para hacer la Cazuela de Macedonio no es necesario leer el cuento “El zapallo que se hizo cosmos”, aunque igual les recomiendo su lectura.
Por porción: una taza de puré del zapallo de ese que ustedes ya saben (kabutia), 1 huevo batido, sal y pimienta.
Forramos una tarterita o recipiente de aluminio con el puré mezclado con el huevo, armando una especie de base de tarta. En una sartén con aceite de oliva, freímos cebolla, cebolla de verdeo y morrón verde. Cuando las verduras estén doradas, retiramos de la sartén la mitad de la preparación y a la otra le agregamos un cuarto de lata de choclo cremoso La Campagnola. Salpimentamos. Lo usamos para rellenar la base. Añadimos por encima la cebolla y el morrón que nos quedaba más un poco de queso. Gratinamos en el horno o grill unos minutos y ya está. Les prometo que este zapallo queda en sus dimensiones. Y ya que estamos, cerramos con Macedonio: "En cierto modo, un libro no es más que una cosa que intercepta la luz". Haberlo sabido a tiempo.

domingo, 7 de febrero de 2010

Omelette de Zapallo


En verano las calabazas (nacionales) son desabridas. Dicen que por la época. Es hora de probar los zapallos kabutia, esos que son verde por fuera y muy naranjas por dentro (que son los que se usan para hacer zapallo en almibar). Para un omelette vamos a necesitar una taza de puré de zapallos frío, 2 huevos batidos, sal, nuez moscada, pasas rubias y mozzarella u otro queso que se derrita fácil.
Mezclamos los huevos batidos con el puré de zapallos, condimentamos con sal y nuez moscada. Luego calentamos una sartén un par de cucharadas de aceite de oliva. Distribuimos nuestra preparación con esmero para que quede redonda y plana. En el medio ponemos un pedazo de queso mozarella o port salud y las pasas de uva. Cuando el omelette se empieza a despegar del fondo, lo pliegan tratando de que no se rompa. ¡Les confieso que la parte más dificil de esta receta es lo último!
Una receta muy casera, como el microcuento del mexicano Juan José Arreola:

Receta casera
Haga correr dos rumores. El de que está perdiendo la vista y el de que tiene un espejo mágico en su casa. Las mujeres caerán como las moscas en la miel.
Espérelas detrás de la puerta y dígale a cada una que ella es la niña de sus ojos, cuidado de que no lo oigan las demás, hasta que les llegue su turno.
El espejo mágico puede improvisarse fácilmente profundizando en la tina de baño. Como todas son unas narcisas, se inclinarán irresistiblemente hacía el abismo doméstico.
Usted puede entonces ahogarlas a placer o salpimentarlas al gusto.
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