sábado, 25 de septiembre de 2010

Pollo al oporto


Según un viejo refrán británico, un vino de Oporto tiene dos obligaciones: ser tinto y ser bebido. Beber, lo que se dice beber, no les voy a sugerir. Sobre todo porque lo que hay por el barrio no es vino de Oporto, sino oporto El Abuelo. Aunque a veces me pregunto si estas afirmaciones que hago no parten de los prejuicios que una tiene con los vinos baratos. Tal vez sea falta de costumbre. Como sea, pienso que para cocinar, anda perfecto. Paso entonces una receta donde se luce muy bien:

Ingredientes:
(por persona)
1 pechuga de pollo deshuesada y sin piel
1/2 cebolla blanca y 1 de verdeo
1/2 vaso de Oporto
Pimienta negra, nuez moscada, canela, aceite y sal.

Cortamos el pollo en daditos. Salpimentamos y reservamos. En una olla o cazuela, calentamos aceite de oliva. Freímos la cebolla cortada fina. Le agregamos sal (para que suelte el jugo) y cuando esté dorada, agregamos el pollo y sellamos. Apenas tome color, agregamos el oporto, la nuez moscada y la canela.
Dejamos reducir la salsa hasta que quede un poquito espesa. Y listo.
Cerramos esta receta con una cita de Fernando Pessoa, que por ser portugués y un gran poeta, aliña el final de este post: 
¿Por qué para ser feliz hace falta no saberlo?
Vaya pregunta. 

sábado, 18 de septiembre de 2010

La invitada de septiembre: Mónica


Y la invitada especial del mes de septiembre, es nuestra querida amiga Mónica Weissel. Mónica vive en  Bélgica, es argento-alemana, fotógrafa, artista plástica, videasta y también nuestra corresponsal  internacional gastronómica de luxe. Hoy nos presenta este exquisito strudel, que desgraciadamente no podemos probar (sin embargo sí saborear a través de las fotos), dedicado a su Oma. Los dejo entonces con ella: 

Strudel para mi Oma
En la receta que regalo a nuestro bienamado blog, me dejo llevar por imágenes, consejos y no mucho por el minutero de cocción.
Tengo muchos recuerdos de mi abuela paterna; algunos muy especiales en su cocina, equipada de wursts (salchichones), sartenes, mantelería tipo tirolesa y de una gran bañera (típico en pequeños departamentos de post-guerra en Alemania). La he visto preparando cosas ricas, pasando por todo tipo de emociones. Siendo adolescente, estar con ella en sus últimos días, me recordó mi propia infancia y aprendí sobre la suya a través de historias y algunos platos. Mi Oma era una avanzada, preparaba comida rápida.
No estoy segura de haber probado un strudel de mi Oma, pero cada uno que yo preparo, se lo dedico!

A mi parecer (y como se ve en muchos sitios de internet) lo más importante del strudel no es la impecable pinta sino la consistencia al cortarlo; y claro, el sabor.
Para el relleno, necesitamos lo siguiente: 2 ó 3 manzanas rojas peladas (si queda alguna cascarita no importa), miel, nueces picadas, canela en polvo, jugo de limón, agua muy caliente, pasas de uva doradas y pan rallado (importantisimo éste para que absorba la humedad de las manzanas y quede estilo alemán, secote, je).
En cuanto a la masa, tenemos la opción de estirar y estirar la masa hojaldrada; comprarla hecha (mi madre me aconseja en JUMBO la autentica masa para strudel, "delicia de la Oma"!); o utilizar una masa de repostería, ablandándola un poco con la preparación jugosa de miel. De todas maneras, el strudel es austriaco, así que improviso.

Cortar las manzanas en rebanadas finas, no mucho, alargadas. Preparar una ‘salsita’ con el agua caliente (para derretir la miel), la canela y unas gotas de limón.
¡A la masa! (en mi caso hojaldre comprado, no tengo demasiada paciencia). En una fuente de horno la estiramos y volcamos las rodajas de manzanas y la salsa, esparcimos también las nueces y pasas, cada vez en hilera y enrollando la masa, formando de a poco un rollo con el relleno en el interior. Cerramos con la ‘apertura’ hacia arriba y en diagonal, con un leve repulgue.
Al horno 20/30 minutos. Al sacarlo dejamos enfriar un poquito; esparcimos azúcar impalpable por encima.
Servir tibio, con crema al costado, un buen café negro y, si se quiere, alguna copita de licor.
Guten appetit! Monica.

lunes, 13 de septiembre de 2010

Gazpacho andaluz


Fruto de una intensa búsqueda a través de los blogs y webs españolas, hice la receta del gazpacho andaluz. Si algún cyber colega de esos lares encuentra una aberración, se solicita me lo haga saber.

Ingredientes para 4 personas:
6 tomates maduros grandes y carnosos
1/2 morrón verde
1/2 morrón rojo
1 pepino
1 cebolla
1 diente de ajo
1 rebanada de pan del día anterior
Sal, pimienta, aceite de oliva, vinagre, agua (a gusto de cada uno; no soy una experta en proporciones).

Remojar con un poco de agua el pan cortado en cubos. Trocear el tomate, los morrones, el pepino, la cebolla y el diente de ajo (sin el gérmen, raiz o fibra verde del medio). Meter en la licuadora con una cucharadita de vinagre, dos o tres de aceite de oliva y una pizca de sal. Agregar el pan ya humedecido y seguir licuando. Si queda muy espeso le podemos agregar un poco de agua. Llevar a la heladera por una o dos horas. Antes de servir nos conviene licuar unos segundos más. Lo llevamos a cazuelas, vasos o tazas y, por encima, le podemos poner daditos de pepino o  morrón, un chorrito de aceite de oliva o pequeños cubitos de tostada de pan. Y listo. El gazpacho (para los pocos que no lo saben) es una especie de sopa fría, muy nutritiva (tiene mucha vitamina C) y rapidísima de hacer. Es ideal para cuando se nos viene calorcete a los que andamos debajo del Trópico de Capricornio.

Quiero aprovechar esta ocasión tan ibérica para agradecer a los cocineros-bloggeros españoles por darme siempre tan buenas ideas y despertar mi imaginación gastronómica: Maria Mayte Hortelano, Irene, Majo, NuriaSilvia, María Lunarillos, Juana, Javi Recetas, Laura, María Alonso (y siguen los nombres). Y ya que estamos en el tema, recomiendo a los que tengan un blog de cocina, ver el video de Javi Recetas. Si linkean en la palabra "video", lo podrán ver. Entre otras cosas, él dice que solo publica lo que le gusta,  priorizando la calidad sobre la cantidad. Por mi parte, lo tomaré como consejo. Trataré de publicar  menos, intentando mejorar las recetas y las fotos. Al margen de eso, tener mediodías libres aptos para cocinar y sacar fotos, está cada vez más complicado. Alguien dijo que "lo que no ha pasado al mediodía puede pasar por la noche", pero sin un buen flash de cámara, no hay esperanza.
¡Entonces, será hasta la próxima! 

jueves, 9 de septiembre de 2010

Salmón rosado en salsa de mango


Los salmones son famosos por realizar sorprendentes viajes contra la corriente. Nacen en el río y, cuando alcanzan la juventud, bajan hacia el mar. Allí viven por un tiempo, entre un año y tres, hasta llegar a adultos. Ya maduros, emprenden camino a casa (si es que no son engañados por  un anzuelo antes, claro), entonces enfrentan la corriente del mar para  regresar al agua dulce donde nacieron. Allí se instalan, desovan, se reproducen y se quedan hasta el fin. Esta historia me la contó el pescadero, que andaba en crisis porque esa misma mañana, cruzando la calle, casi lo aplasta un auto. Yo escuché el relato, pero hacia la mitad, me di vuelta y fijé la mirada en la carnicería de enfrente, justo hacia el gancho que exponía las tiras de asado.


Cuando me vio hacer el giro de 180 grados con los pies, el pescadero cayó en la cuenta que una clienta -de estas que se dejan engañar con el precio- se le iba de las manos. Así que antes que desapareciera en cuerpo y alma me gritó ¡nena (estudió marketing), no te vayas! Luego de una discusión moral, llegamos a un trato. Me daba la mejor parte y a mitad de precio (sensible soy... pero no boba). Así que me llevé este hermoso trozo de pez... scado (San Pedro es el patrono de los pescadores)… que... (snif) estaba riquísimo.
Para aquellos a quienes este relato no haya afectado, no sea hayan convertido al vegetarianismo y aún les quede un resto de aguinaldo, va la receta de un delicioso salmón rosado con salsa de mangos. Un manjar.


Ingredientes por persona:
200 gramos de salmón rosado
1/2 mango maduro
1/2 cebolla cortada finita
1/2 limón exprimido
1 cucharada de cilantro picado
Aceite de oliva, vino blanco (o caldo) y efectivo o tarjeta.

La receta:
En una fuente aceitada, ponemos un pedazo grande de papel aluminio. Colocamos el salmón con la piel hacia abajo y salamos y pimentamos. Agregamos por encima cebolla cortada muy finita, cilantro picado, puré de mango y bastante jugo de limón. Rociamos con vino blanco (o caldo) y lo envolvemos con el papel. Llevamos al horno por unos quince o veinte minutos, desenvolvemos y medimos la temperatura de nuestra moral, que seguramente será muy baja, y lo servimos inmediatamente.

Ya que estamos con el tema de vivir y de morir, paso algunas citas célebres... o mejor dicho, epitafios:
De Eric Idle (que sigue vivo), miembro de los Monty Python: Say no more.
De John Wayne: Feo, fuerte y formal.
De Groucho Marx (a su suegra): Rip, rip, hurra!
Cayo Valerio Catulo (para su mujer): Aquí descansa mi querida esposa Brujilda Jalamonte 1973 – 1997 “Señor recíbela con la misma alegría con que yo te la mando.”

domingo, 5 de septiembre de 2010

Mayonesa de palta


Para quienes deben dar la batalla al colesterol, acá va una buena idea para hacer una mayonesa  maravillosa. Las paltas tiene la propiedad de elevar el colesterol HDL-c (o colesterol bueno), también son antioxidantes, ricas en  vitamina E, magnesio, potasio y demás cuestiones que ayudan a tener el corazón sano y a rodearse de buenos amigos.
Lo que no sé es si deberíamos llamar a esta receta propiamente “mayonesa”, pero como ya pasé la receta de pasta de paltas, mousse de paltas, crema de paltas, salsa de paltas y que este fruto es de lo más versátil, por ahí sería conveniente llamarla paltonesa. Se prepara exactamente como la mayonesa, solo que en vez de huevos, usamos... paltas.

Para hacer una porción pequeña, necesitamos:
1 palta madura (la “negrita”)
6 aceitunas verdes descarozadas
¼ taza de jugo de limón
½ taza de aceite
Sal y pimienta
Llevar a licuadora o minipimmer la pulpa de la palta, las aceitunas, el jugo de limón, una parte del aceite, sal y pimienta. Empezar a licuar y de a poco ir agregando el aceite restante. Licuar unos minutos más hasta que tenga consistencia de... mayonesa.
Fácil, sencilla y fresca, como la primavera. Y verde como las paltas, en septiembre, será el espíritu de este blog.
Me despido de ustedes no sin antes avisar que, si el verano trajo refranes, el otoño proverbios y el invierno, chistes, la primavera traerá citas célebres (agarrénse porque capaz se cuela alguna de Narovsky).  A continuación, transcribo una muy linda del pintor y escritor argentino, Alfredo Prior, que dice:
Parafraseando a Mallarmé, diría que el mundo existe para terminar en una pintura japonesa.
Adiós, y que la suerte los acompañe hasta el fin.

jueves, 2 de septiembre de 2010

Mini brochettes de lomo


Para los apasionados de comidas rápidas y licenciosas, va una microrreceta de minibrochettes de lomo. Sencillas, breves y por demás placenteras.

La receta: tenemos que cortar carne de lomo en daditos, trocear cebolla blanca y morrón verde. ¿Más carnales aún? Entonces también panceta. Vamos pinchando y alternando los distintos trozos en un escarbadientes. Salamos y pimentamos. Podemos ponerles por encima un poco de salsa de soja, salsa inglesa, tamarindo o algún aderezo picante. Se pueden saltear en una sartén con unas gotas de oliva, sobre la plancha o en la parrilla del horno, aunque si eligen esta última opción, tengan cuidado que no se les pianten para abajo. En tal caso, mejor háganlas con los palillos de las verdaderas brochettes.

Estando con el tema del placer, la comida, las minibrochettes y las microrrecetas y, teniendo en cuenta que el precio del lomo es obsceno, sin embargo estimulante, nos despedimos con un sugestivo microcuento titulado “El carnicero”, de una autora española llamada Rosa Mª Vera:

El asistente estaba de vacaciones y el carnicero tenía doble trabajo. Troceaba la carne con esmero, con certeros hachazos que degollaban cuellos, muslos, y pechugas con la habilidad del verdugo acostumbrado a su oficio. Cuando miré sus ojos tras el mostrador y vi la voluptuosidad de sus manos agarrando el cuchillo de trinchar, los botones de mi blusa saltaron al instante. El carnicero había desgajado la tela de un tajo certero. Mis senos derramaban su goteo mortal sobre los jugosos filetes de ternera. La sangre la recogía en un cuenco de barro. Mi cuerpo no tenía desperdicio.

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