domingo, 31 de enero de 2010

Ricota casera: venda para los ojos



Quiero decirles que antes de comenzar mi emprendimiento para hacer la ricota casera, dudé mucho. Primero porque pensé que era una pérdida de tiempo y segundo porque me dije que también sería una pérdida de dinero, ya que la ricota comprada hecha es más barata (por cada litro de leche salen menos de 200 gramos). Nunca estuve tan equivocada. Primero, la hice en un tris y segundo, este resultado que ven en la foto es un manjar. Es suave, alimonado y delicado, casi tan placentero como releer "Un día perfecto para el pez plátano".

Paso la receta: poner a calentar un litro de leche y cuando esté por romper el hervor, apagar. Inmediatamente agregar el jugo de un limón exprimido y colado (puede ser un poco menos también). A los pocos segundos notarán cómo la leche se convierte en un maravilloso caleidoscopio blanco producto de que el suero se separa de vaya a saber una qué cosa. Dejar estacionar unos minutos. En un colador forrado en el fondo con gasa, verter esta preparación y dejar escurrir algunas horas. Podemos envolverlo con la misma tela y anudar presionando un poco para que pierda bien el agua. Al cabo de algunas horas meter en la heladera, no sin antes probar con una cucharadita el resultado de esta receta. Es posible que antes de hacerla hayan pensado en qué la van a emplear… pueden hacer lo que se les cante pero estoy segura que esta primera vez será solo para comerla sola, o endulzada con miel o con un chorrito de aceite de oliva y pimienta. Y como les dije, sale poco. ¡Pero qué importa!
Que tengan todos un muy buen día y ojalá les guste tanto como a mí este fragmento que paso a continuación:
Raise High The Roof Beam, Carpenters, and Seymour: An Introduction
J.D. Sallinger 
If or when I do start going to an analyst, I hope to God he has the foresight to let a dermatologist sit in on the consultation. A hand specialist. I have scars on my hands from touching certain people. Once, in the park, when Franny was still in the carriage, I put my hand on the downy pate of her head and left it there too long. Another time, at Loew's Seventy-second Street, with Zooey during a spooky movie. He was about six or seven, and he went under the seat to avoid watching a scary scene. I put my hand on his head. Certain heads, certain colors and textures of human hair leave permanent marks on me. Other things, too. Charlotte once ran away from me, outside the studio, and I grabbed her dress to stop her, to keep her near me. A yellow cotton dress I loved because it was too long for her. I still have a lemon-yellow mark on the palm of my right hand. Oh, God, if I'm anything by a clinical name, I'm a kind of paranoiac in reverse, I suspect people of plotting to make me happy.

sábado, 30 de enero de 2010

E-yogurt casero parte 2: preguntas frecuentes


Viene de PARTE 1.
Este blog está un poco muertito pero esta semana tuve la suerte de recibir DOS comentarios.
¡Así que tengo público, eh!? También quiero contarles que anoche vi una película horrorosa intitulada Julie &Julia. Solo les digo que si la hubiera visto en noviembre nunca me hubiera puesto a escribir en este blog. Seguramente me hubiese sacado el twitter. La película es una bosta.
Bueno, volviendo a lo nuestro: estas dos personas, que son mi más preciado público en este momento, me comentaron que el YOGURT NO LES SALE. Mammma mía... es fácil! Sobre todo ahora que la temperatura roza los 40 grados y el lactobacilus bifidus se mueve a sus anchas.
Y bueno, yo he fallado algunas veces así que comparto soluciones:

 - Si hacen el yogurt en un tarro grande, lo más probable es que salga bien en la base y en la superficie pero en el medio quede un asquete. Esto es porque la contaminación de bacterias y/o temperatura no se está haciendo de forma pareja. Conviene dividirlos en frascos de vidrio chicos tapados en papel aluminio. Los mejores tarritos son los de Dahi, ya les dije, porque además de servir de recipientes, aguantan perfectamente las altas temperaturas del esterilizado.- Si el yogurt sale pero queda chicloso, gomoso, pringoso, de textura impresionable, es porque durante el proceso sufrió considerables altibajos de temperatura. Para ello habrá que proveerse de un termómetro de cocina e intentar hacer un seguimiento durante 10 horas. Recuerden que el grill, horno o espacio donde los metemos tiene que estar entre 40 y 45 grados. En Cochabamba 2577 venden termómetros analógicos (de alcohol) y cuestan 7 pesos.  
- No mezclen el preparado con frutas frescas. Sucede que las frutas tienen muchos microorganismos y durante el proceso se multiplicarían y el resultado podría ser letal. Si se aburren del yogurt griego, pueden hacer yogurt con canela, coco, esencia de vainilla, cerezas confitadas, saborizantes. Es decir, con especias o frutas que han sido pasteurizadas o que no contienen bacterias. Ya con las de la leche, suficiente.
- Si les queda agrio el yogurt es porque lo dejaron más tiempo del necesario. Si lo dejan entre 8 y 10 horas, el sabor será natural. Entre 10 y 12, ligeramente ácido. Más de 12 horas, aaagrioooo.
- Los yogures
duran aproximadamente 10 días en la heladera.
Pronto posteo la receta de ricota. También voy a intentar hacer queso blanco, pero para ello necesito saber dónde se consigue el cuajo en polvo... si alguno se entera, anunciar en la recepción.
¡Hala, forza Italia!

viernes, 29 de enero de 2010

Queso fresco

 
Esta receta que escribo a continuación es bien parecida a la de la ricota. Pero es queso. Para prepararlo hay que comprar cuajo líquido. Lo venden únicamente (creo) en Doña Clara, que queda en Corrientes al 2500.
Ponen a hervir un litro de leche. Cuando está casi a punto de ebullición le echan sal, finas hierbas, granos de pimienta, orégano o lo que tengan ganas. Revolvemos la leche con una cucharada de madera y agregamos una cucharadita del cuajo líquido. Apenas rompe el hervor, apagamos el fuego. El queso saldrá bueno, pero si se lo vigila, saldrá mejor, así que si mientras esperamos que suceda algo la leche no cuaja, es porque necesita un empujón. Añadiendo medio limón exprimido, verán que se corta.
Dejamos estacionar unos minutos. Mientras tanto, en un colador, ponemos una gasa lo suficientemente grande como para que poder colar la cuajada. Vertemos la preparación y dejamos escurrir un par de horas hasta que enfríe. Luego tomamos las cuatro puntas de la gasa, anudamos presionando bien con los dedos y lo colgamos para que escurra. Tiene que perder todo el suero posible. Cuando esté compacto lo metemos en un molde y lo llevamos a la heladera. Después de varias horas lo podremos desmoldar. Yo me pregunto para qué sirve el cuajo si la leche cuajó cuando le pusimos limón. No tengo una respuesta lógica, solo puedo decir que el gusto es distinto al de la ricota. Y si parece, huele y sabe a queso, posiblemente... lo sea.

martes, 26 de enero de 2010

Tirar mi sú


Luego del éxito que tuvo el cheesecake de navidad, decidí probar suerte con otro de mis postres favoritos: el tiramisú. Como no conseguía queso mascarpone cerca de casa, me dispuse a hacer varios experimentos. Perdí un montón de plata y horas pero al final salió (sic). Hice el tiramisú bien como explica la Maru Botana e incluso lo dejé un día en la heladera. El 31 de diciembre ahí estábamos el Tirar mi sú y mi enaltecida persona en la cena familiar. 
Visto desde arriba, estaba precioso. Pero cuando lo corté y lo serví en los platos, el mascarpone menguó, se derritió, se licuó... no sin antes mandarles saludos a todos. Estaba bien de sabor, pero esa espuma que resbalaba lentamente por el plato nos causó un poco de impresión. Como era de esperarse, el Tirar mi sú terminó en el tacho de basura. Con la moral del mascarpone casero y la obstinación que me caracteriza, volví a la carga pero con una versión nueva: fácil, sana y saludable (bingo para este blog).
Asi que les paso la receta mágica de un postre que es delicioso, se prepara en unos pocos minutos y te canta el himno nacional. Proporciones no paso porque cada uno sabe cuánto quiere hacer.
Embeber vainillas en cognac al café (que puede ser una petaca de cognac al café Bols). Las vainillas tienen que estar chorreando de cognac. Ponemos una capa en un molde, vaso o recipiente para postre. Por otro lado, mezclamos queso casancrem (light o normal) con una cucharadita de canela en polvo o ralladura de limón. Revolvemos poco y muy suavemente para que el queso no pierda consistencia. Ponemos una capa de esta crema encima de las vainillas, esparcimos unas nueces picadas y algunas pasas rubias (previamente maceradas en cognac); luego otra capa de vainillas bien mojadas, otra de queso crema, otra de nueces... y así hasta completar. Espolvoreamos con canela o cacao amargo. No saben lo bueno que queda este tiramisú. ¡Y lo respetuoso!

sábado, 23 de enero de 2010

Flan cocoliche


Fácil y delicioso. Para 4 flanes individuales: 3 huevos, 1 taza de azúcar (menos, si estamos a dieta), 2 tazas de leche, 1 taza de coco rallado y ralladura de limón. Ponemos a calentar leche con la ralladura de limón. Cuando rompa el hervor, retiramos del fuego y dejamos entibiar. Mientras tanto, separamos las claras de las yemas. Batimos las claras a punto nieve. En otro bol, batimos las yemas con el azúcar. Agregamos el coco rallado y batimos unos minutos más. Cuando la leche esté tibia, añadimos las yemas. Por último incorporamos las claras batidas a punto nieve. En cada uno de los moldes (o en el molde) ponemos un poco de azúcar y lo caramelizamos en la hornalla. Cuando esté listo, rellenamos los moldes con el flan y luego los cocinamos unos 40 minutos a baño maría (es decir: en una olla con agua hirviendo, metemos las flaneritas o la flanera y lo dejamos hacer; el agua tiene que llegar hasta la mitad del molde, ojo). Dejamos descansar un rato y luego llevamos a la heladera. Se desmolda recién cuando esté frío, sino se rompe.
¿Má per che cosa le diche flane de cocoliche? Ni idea.
PS: Qué difícil es escribir recetas de cocina. Necesito urgente sinónimos para "añadir" que no sean "agregar", "adicionar", "sumar" o "incorporar"; del mismo modo, necesito sinónimos para "del mismo modo", "luego", "más tarde", "posteriormente" y "al final".

martes, 19 de enero de 2010

Las ciruelas voladoras


Si les vendieron ciruelas a 10 pesos el kilo y cuando llegaron a sus casas se dieron cuenta que estaban pasadas de maduras, pero todavía huelen con honestidad, podemos aprovecharlas para hacer helado de ciruelas.
En media taza de agua remojar una cucharada de gelatina en polvo sin sabor. Meter en la licuadora o vaso de minipimmer dos tazas de ciruelas (sin carozo, claro), cinco o seis cucharadas de azúcar (o edulcorante), unas gotas de esencia de vainilla y procesar. Luego agregar una taza de crema batida o, si les gusta medio salao, una taza de queso crema. Añadir la gelatina hidratada y mezclar suavemente. Meter en el freezer y de vez en cuando sacar y revolver. Fácil, eh?
Adiós. Los dejo en compañía de un cuento maravilloso del genial Oscar Wilde:
El hombre que contaba historias
Había una vez un hombre muy querido de su pueblo porque contaba historias. Todas las mañanas salía del pueblo y, cuando volvía por las noches, todos los trabajadores del pueblo, tras haber bregado todo el día, se reunían a su alrededor y le decían:
- Vamos, cuenta, ¿qué has visto hoy?
Él explicaba:
- He visto en el bosque a un fauno que tenía una flauta y que obligaba a danzar a un corro de silvanos.
- Sigue contando, ¿qué más has visto?- decían los hombres.
- Al llegar a la orilla del mar he visto, al filo de las olas, a tres sirenas que peinaban sus verdes cabellos con un peine de oro.
Y los hombres lo apreciaban porque les contaba historias.
Una mañana dejó su pueblo, como todas las mañanas... Mas al llegar a la orilla del mar, he aquí que vio a tres sirenas, tres sirenas que, al filo de las olas, peinaban sus cabellos verdes con un peine de oro. Y, como continuara su paseo, en llegando cerca del bosque, vio a un fauno que tañía su flauta y a un corro de silvanos... Aquella noche, cuando regresó a su pueblo y, como los otros días, le preguntaron:
- Vamos, cuenta: ¿qué has visto?
Él respondió:
- No he visto nada.

martes, 12 de enero de 2010

Las peras de Olmo


Hacer peras al vino tinto es una cosa muy fácil. Para dos peras, necesitamos:
- dos peras (y, sí), medio vaso de agua, dos de vino tinto, media taza de azúcar (o menos, si quieren), ralladura de limón y dos ramas de canela. Poner todo esto (menos las peras) en un jarro de acero inoxidable y llevar al fuego. Mientras tanto, pelamos las peras sin quitarles el cabo. Cuando el almíbar comience a hervir, metemos las peras con el cabo hacia arriba. Si las peras están muy maduras, cocinar por veinte minutos. Si están un poco durellis, un ratín más hasta que agarren color y se pongan tiernas pero sin desarmarse. Retirar las peras y dejar el almíbar evaporarse unos quince minutos más.
Cuando todo está frío, lo sirven como más les guste, con queso mascarpone, crema batida, helado o queso blanco mezclado con canela y azúcar o edulcorante. Esta receta va dedicada a aquellas personas que tuvieron sueños de grandeza de niños pero ahora, ya adultos, se sienten un poco buenos para nada. A la final nunca escribieron como Salinger, ni tocaron la guitarra como Oscar Alemán, ni siquiera se aprendieron de memoria los dos inconfundibles pasos de Tina Turner. Y si esa tortuosa vocecita en vuestras cabezas existencialistas les dice que al Olmo no hay que pedirle peras, háganme el favor y respondan que ustedes Las peras de Olmo dan. Men sana in corpore sano. Que así sea.

jueves, 7 de enero de 2010

Estarlacs


Fiel al estilo "se hace rápido", "no soy un as", "en mi casa hago lo que se me canta", va la receta del café Estarlacs, que quiere decir, entre otras cosas, que uno es adicto al café todo el año.
Enero no es un mes propicio para el vino tinto ni para el cappuccino, así que a meter la pingüinera en la heladera y el café en congelador.
Para preparar un buen café necesitamos, mínimo, granos de café sin torrar molidos y una cafetera italiana tipo Volturno. Este blog es sencillo pero tampoco la pavada. Hacemos el café bien cargado, le agregamos crema o coffe mate, lo endulzamos y lo metemos en el freezer. Después de un par de horas lo sacamos y lo dejamos fuera hasta que afloje. Lo procesamos en la minipimmer. Cede mejor con un chorro de Baileys. Llevar a taza o vaso y espolvorear con canela o cacao amargo, como para que se parezca al verdadero Estarlacs.
De momento no hay mejores recetas, pero sí un proverbio turco: "El café ideal es negro como el diablo, caliente como el infierno, puro como un ángel y suave como el amor".Y, el amor es cursi. Como este café.

domingo, 3 de enero de 2010

Masitas Pensión Murano


Llueve. Queremos ver una película, cocinar, dormir la siesta y hacer una torta de cumpleaños. Llamamos a la homenajeada para preguntarle “¿no querés que te prepare una riquísima torta? (…) Ah, no? (...) Que te la lleva Ale decís…? (…) ¿Pero otra vez? (¡clack!)”. La repostera de la familia nos ha ganado de mano con demostrada experiencia en la cocina y en su velocidad para llamar por teléfono (aunque esto último de poco vale). Y bué… podríamos ordenar la casa, mirar una película y dormir la siesta. Pero… cómo puede ser que nos haya ganado de mano Ale? ¿Llamó antes? ¿Cuánto tiempo antes? Y, realmente, podemos competir con la repostera de la familia? La respuesta es simple y es nó.


En los cumpleaños de antaño, las tías que se quedaban sin el derecho de hacer la torta llevaban las masas finas. ¡Genial! ¡Haremos masas! Claro, las tías eran jubiladas y aburridas y también tejían al crochet y entonces... Alto, que no decaiga el estado de ánimo porque lo vamos a necesitar.
Para las masas necesitaremos: 2 huevos, 1/3 taza de azúcar, 1/3 taza de harina, 1 cucharadita de polvo royal, esencia de vainilla y pirotines (si son chiquitos, saldrán unos treinta). Separamos las claras de las yemas. Batimos las claras a nieve y cuando estén firmes agregamos azúcar y seguimos batiendo hasta que se convierta en merengue. Luego batimos las yemas a punto letra. Agregamos las yemas a las claras con movimientos envolventes. Agregamos de a poco el harina y el polvo royal (si es posible, tamizados), siempre mezclando de a poco. Distribuimos en pirotines hasta la mitad. Recuerden que en el horno se inflan al doble de tamaño. Llevamos al horno mediano / mínimo unos 15 minutos. La bandeja donde los ponemos tiene que estar alta, como para que no se queme la base de la masa. Apagamos el horno, abrimos la puerta hasta la mitad y dejamos enfriar.
Hacemos un hueco en el centro del bizcocuhelito y rellenamos con moscato o licor y dulce de leche. Metemos en la heladera.

Estiramos con un palote con fondant o pasta Carmela con un poco de colorante. Todas estas cosas y muchas más las conseguirán en cualquier casa de repostería que tengan a mano (sino vayan a Doña Clara). Para que la masa no se pegue hay que usar maicena. Y acá cada uno las diseña (o aderezzzza) como quiera. Las masas de jubilada nunca tienen el éxito de la torta de la repostera, pero si tienen algo de bueno es que se pueden transportar como sourvenir. Así que al final de la tarde ustedes pueden repartirlas mientras dicen “Ride bene chi ride ultimo” (bien bajito como para que nadie les entienda bien).

viernes, 1 de enero de 2010

Mermelada de naranjas


No es que yo diga, cooomo me gusta la mermelada de naranjas, pero aprovechando que se inicia la temporada de los cítricos y que tengo un par de lectores a quienes se que les gusta (y que saben hacerla mejor que yo, esteeem), posteo esta receta sin mayor expectativa que incrementar un post, una foto y tal vez, por qué no, provocar que alguna persona en este país deje de colaborar con los monopolios de los envasados (¿se dieron cuenta que en los supermercados cada vez quedan menos marcas de mermeladas?). Fiel a mi estilo, mucho prólogo y poco contenido, paso a lo nuestro: pelamos unas cuantas naranjas.

Quitar todo el albedo posible (lo blanco) porque es lo que volverá terriblemente amargo a nuestro dulce. Si no siguen estas instrucciones, se acordarán de mí al momento de probarla. Quitar también las semillas. Cortar las naranjas en trozos y llevar a una olla. La proporción es la popularmente conocida: por cada taza de fruta, una de azúcar. Pero pueden poner menos también. No olvidemos añadir algunos cuantos clavitos de olor. Dejamos cocinar al mínimo (si pueden sobre amianto, cosa de no tener que estar revolviendo todo el tiempo) unos 45 minutos o una hora, hasta que se reduzca el jugo y tenga consistencia de, valga la redundancia, mermelada. Si tienen ganas pueden aprovechar las cáscaras para hervirlas cortadas en tiritas con agua y azúcar y luego echárselas por encima. Si la hicimos con nuestras manos, aunque sea de naranjas y no de frutillas, nos gustará igual. Genial para el desayuno. Y para terminar, también genial el "Desayuno" de Julio Cortázar:
DESAYUNO
Lo primero que hago al despertarme es correr al cuarto de mamá y darle los buenos días mientras la beso tiernamente en ambas mejillas.
—Buenos días, hermanito –le digo.
—Buenos días, doctor –me contesta mientras se peina.
Quizá convenga señalar desde ahora que tengo siete años y medio y que estudio solfeo cantado con mi tía Berta.
—Buenos días, sobrina –digo al entrar en la pieza donde papá empolla sus reumatismos.
—Buenos días, mi querida –dice papá.
Agrego, con fines de información, que soy un varoncito pelirrojo y sumamente desenvuelto.
Después de sus abluciones, la familia se reúne en torno al pan con manteca y al Figaro, y siempre soy el primero en dar los buenos días a mi hermano mayor que prepara ya su buena tajada de pan con dulce.
—Buenos días, mamá –le digo.
—Buenos días, Medor –me dice.
—¡Cucha! –la familia se va reuniendo para saborear el café con leche preparado por mi abuelito por mi abuelito con su esmero habitual. Precisamente por eso no me olvido jamás de mostrarle mi agradecimiento en estas circunstancias.
—Muchas gracias, Olivia –le digo.
—Oh, de nada, hermana –contesta mi abuelito.
Estas tiernas efusiones son siempre malogradas por la intempestiva llegada del cartero con el telegrama del tío Gustavo, cultivador en Tananarive, y a mi hermano mayor le toca encargarse de la penosa lectura. 
“CAÑA AZÚCAR ARRUINADA TIFÓN MÓNICA STOP ¿QUÉ VA A SER DE MÍ? STOP MIERDA STOP”.
El telegrama no está firmado, los de la familia nos conocemos bien.
—Era de imaginarse –dice mamá, que se ha puesto a lloriquear.
—Con ese pésimo carácter que tiene –observa el doctor.
—Chicos, cállense la boca –dice mi hermano mayor.
—Somos chicos, pero lo mismo el tío Gustavo es un pajarón –dice mi hermana.
—¡Medor, cucha! –ordena mamá.
—¿Puedo dar mi opinión? –dice Olivia.
—Pero por supuesto, abuelito –dice mi hermana.
—¿Te vas a callar sí o no? –grita mi hermano mayor.
—¿Es así como se le habla a su madre? –dice mi sobrina.
—Perdón, mamá –dice mamá.
—Hipócrita –digo yo.
—Por favor, doctor –dice mi hermano.
—Mi opinión –dice Olivia— es que el café se va a enfriar por culpa del telegrama.
—Tiene razón –dice Medor.
—Gracias, abuelito –dice mi sobrina.
—De nada, Víctor –dice Olivia.

Julio Cortázar, de Último round.
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