viernes, 21 de enero de 2011

La invitada de enero: Lara Ginhson


La invitada de este mes no es cocinera. Es fotógrafa. También es directora, asistente de dirección de cine y publicidad y colega. Lara estudió fotografía y bellas artes en Londres y Milán (ya la veo revoleando la chalina) y con tremenda portación de currículum, la cocinera que suscribe pensó en  preparar "algo grande": una receta impactante, que pudiera lucir en las fotos. Sucede que mi imaginación despegó dos metros por encima de mi nivel culinario y el resultado gastronómico fue un fracaso. Así que he decidido, mientras pasamos las increíbles fotos que ha hecho Lara, escribir la anti-receta o, mejor dicho, la explicación falsa de los "langostinos salteados con arroz salvaje".


Primero: Hay que limpiar bien los langostinos y luego saltearlos con aceite de oliva, ajo picado, sal y pimentón. Muy fácil y rápido de hacer.
Lo que es difícil es pelarlos (si es que se dice así; yo por no usar otra vez la palabra "limpiar" porque es lo que hice -y tan bien-, que me quedaron del tamaño de una arveja-). Como había que fotografiarlos, los compré enteros olvidando que me faltaba practicar bastante. Si uno no tiene mucha experiencia limpiando crustáceos, recomiendo ver antes un par de videos en el youtube y ensayar con paciencia la tarea.


Segundo: El arroz salvaje se deja remojando toda la noche. Por la mañana hay que lavarlo una y otra vez y dejarlo escurrir. Una forma de hacerlo sería esta: calentar aceite de oliva en una ollita, saltear una cebolla bien picada, luego agregar un zuchini cortado chiquito y por último unos champignones laminados. Salar y pimentar. Cuando la cebolla esté transparente, agregamos el arroz salvaje y agua o caldo para que absorba.  Es dificil encontrarle el punto. En mi caso la inversión realizada no estuvo a la altura del resultado, me quedó muy mal. Olía y sabía a Chicho (por ponerle un nombre al perro del consorcio) y estaba muy difícil de tragar. Tal vez porque no lo dejé toda la noche en remojo. O, mejor, porque existe algún secreto que guardan con celo los cheffs bien preparados. Sin embargo es  un "grano precioso" y también muy interesante la historia de su cultivo: esta gramínia acuática (o grano de agua) crece en los suelos pantanosos de la India, América del Norte y Sur de Canadá. Su proceso de recolección es de lo más complicado, hay que meterse en un pantano y quitar uno a uno los granos. Por eso vale lo que cuesta conseguirlo (noventa pesos el kilo).


Tercero: como les dije, esta receta, por pretenciosa, fue un fiasco. Pero, parafraseando a Charles Dickens, "cada fracaso enseña al cocinero algo que necesitaba aprender". Vamos por buen camino pero todavía falta.
Espero hayan disfrutado de la exposición de las fotos y sirva de algo esta explicación falsa de la receta. Aunque, como muchos de ustedes saben, si hay alguien que explica maravillosa y falsamente  una receta, ese es el genial Felisberto Hernández. Los dejo en muy grata compañía:

Explicación falsa de mis cuentos:
"Obligado o traicionado por mí mismo a decir cómo hago mis cuentos, recurriré a explicaciones exteriores a ellos.
No son completamente naturales, en el sentido de no intervenir la conciencia. Eso me sería antipático. No son dominados por una teoría de la conciencia. Eso me sería extremadamente antipático. Preferiría decir que esa intervención es misteriosa. Mis cuentos no tienen estructuras lógicas. A pesar de la vigilancia constante y rigurosa de la conciencia, ésta también me es desconocida. En un momento dado pienso que en un rincón de mí nacerá una planta. La empiezo a acechar creyendo que en ese rincón se ha producido algo raro, pero que podría tener porvenir artístico. Sería feliz si esta idea no fracasara del todo. Sin embargo, debo esperar un tiempo ignorado: no sé cómo hacer germinar la planta, ni cómo favorecer, ni cuidar su crecimiento; sólo presiento o deseo que tenga hojas de poesía; o algo que se transforme en poesía si la miran ciertos ojos. Debo cuidar que no ocupe mucho espacio, que no pretenda ser bella o intensa, sino que sea la planta que ella misma esté destinada a ser, y ayudarla a que lo sea. Al mismo tiempo ella crecerá de acuerdo a un contemplador al que no hará mucho caso si él quiere sugerirle demasiadas intenciones o grandezas. Si es una planta dueña de sí misma tendrá una poesía natural, desconocida por ella misma. Ella debe ser como una persona que vivirá no sabe cuánto, con necesidades propias, con un orgullo discreto, un poco torpe y que parezca improvisado. Ella misma no conocerá sus leyes, aunque profundamente las tenga y la conciencia no las alcance. No sabrá el grado y la manera en que la conciencia intervendrá, pero en última instancia impondrá su voluntad. Y enseñará a la conciencia a ser desinteresada.
Lo más seguro de todo es que yo no sé cómo hago mis cuentos, porque cada uno de ellos tiene su vida extraña y propia. Pero también sé que viven peleando con la conciencia para evitar los extranjeros que ella les recomienda."

1 comentario:

  1. Vengo luego...que quiero leer todo tranquila y tengo prisa!!!
    Besitos !!

    ResponderEliminar

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...