jueves, 24 de marzo de 2011

Pasta con alcauciles


Si hay una cosa que me causa placer es sentarme frente al televisor a deshojar alcauciles con las manos hasta llegar al corazón. Esto de pasar las hojitas por aceite, limón y sal, nada tiene que ver con el rito de calmar la ansiedad comiendo pochoclos. Es una experiencia de otro tipo. En nuestro país, la temporada de alcauciles dura poco. Solo los conseguimos en primavera. El resto del año, nos tenemos que conformar con los alcauciles en conserva. Como los de frasco no tienen el mismo sabor ni tampoco suministran esparcimiento, lo mejor es utilizarlos en otro tipo platos, como ser de acompañamiento para pastas. La foto de la receta no salió lo que se dice agraciada pero, de verdad, es muy apetitosa.

Ingredientes para cuatro personas:
300 gramos de pasta seca (si son las anchas, mejor)
2 cebollas moradas
100 gramos de champignones frescos
1 tarro de corazones de alaucil en conserva
100 gramos de aceitunas negras
Aceite de oliva, nuez moscada, pimineta negra y queso parmesano.
Opcional (sube la categoría): jamón, jamón crudo o panceta y crema de leche.

Ponemos a calentar bastante agua en una olla con sal y un chorrito de aceite. Aparte, freir la cebolla cortada fina en aceite de oliva. Luego agregar los champignones fileteados. Salas, pimentar y agregar nuez moscada rallada. Cuando la cebolla esté transparente, agregamos las aceitunas negras y, si queremos, jamón crudo o panceta cortada finita. Por último agregamos los alcauciles y salteamos unos minutos más.
Cuando el agua hierva, echamos la pasta y luego, cuando esté al dente, colamos y servimos en un plato agregando la salsa por encima. También la podemos mezclar con la salsa en la misma sartén donde la hicimos (si es que entra). Agregamos por encima queso parmesano rallado y, si queremos, también un chorro de crema de leche sin batir. Mmm... acompañados de un buen vino, como "el justicialista" y frente a la tele, desaparece la nostalgia de la primavera pasada.
Como tengo mucha suerte, otra vez consigo cerrar esta receta con el cuento más acertado:

Relojes 
de Julio Cortázar
Un fama tenía un reloj de pared y todas las semanas le daba cuerda CON GRAN CUIDADO. Pasó un cronopio y al verlo se puso a reír, fue a su casa e inventó el reloj-alcachofa o alcaucil, que de una y otra manera puede y debe decirse.
El reloj alcaucil de este cronopio es un alcaucil de la gran especie, sujeto por el tallo a un agujero de la pared. Las innumerables hojas del alcaucil marcan la hora presente y además todas las horas, de modo que el cronopio no hace más que sacarle una hoja y ya sabe una hora. Como las va sacando de izquierda a derecha, siempre la hoja da la hora justa, y cada día el cronopio empieza a sacar una nueva vuelta de hojas.
Al llegar al corazón el tiempo no puede ya medirse, y en la infinita rosa violeta del centro el cronopio encuentra un gran contento, entonces se la come con aceite, vinagre y sal, y pone otro reloj en el agujero. 

Relojes, en Historias de Cronopios y de Famas.

4 comentarios:

  1. Estela ésta receta es especial para tomarse un rico trago de vino y si es acompañada mucho mejor, muy rica receta y bastante saludable,abrazos y cariños.

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  2. Soy vaga, vaga... siempre las compro peladas... y son mucho más ricas las frescas.
    Genial, me ha encantado tu propuesta.
    Pero es que me gustan siempre! ;-)

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  3. Hola guapetona, ya estoy por aquí casi al 100%. Un besote enorme.

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  4. Estela, me encantan los alcauciles. Esta ensalada es estupenda!..tienes una habilidad para hacer recetas sencillas y de gran delicadeza!
    Me gusta Cortazar.

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