sábado, 27 de marzo de 2010

Salsa mexicana, ajjj... híjole!


Esta salsa es muy fácil y rápida de hacer pero hay que tener cuidado. Una noche invité a algunos amigos a que probaran mi versión de la comida mexicana. Me faltaba chile y no tenía tiempo de ir hasta el barrio chino ni a ningún supermercado grande, así que busqué en internet para ver con qué podía reemplazarlo. Por medio del google me enteré que podía usar ají puta parió. Después de la cena, mis amigos se retiraron en condiciones bastante aceptables, pero a la mañana siguiente fui anoticiada de que mi casa estaba entre los top five de los lugares más peligrosos del mundo. Muchos de nosotros, cocineros inexpertos, nos aventuramos en hacer ciertas recetas reemplazando aquello que no conseguimos por cualquier estupidez que internet nos dice que es parecida. Es cierto que si uno no consigue chile y quiere hacer una comida picante puede reemplazarlo por el ají puta parió, es por eso que lo distribuye una verdulería y no Monzer Al Kassar. Pero sepan que “picante en la comida, pólvora servida”. Entonces, si van a usar ají puta parió (o incluso chile), recomiendo: primero, usar una rodajita mínima (sobre todo si es la primera vez que lo van a utilizar); segundo: no usar las semillas; tercero, cortarlo prácticamente sin tocarlo con los dedos; cuarto, si lo tocan luego no se pasen las manos por la cara (ni la de ustedes ni la de nadie); quinto, el mismo efecto (dígase llagas) que deja el ácido en los dedos y en la cara, también lo deja en el estómago.
Dicho todo esto, muy oportuno de comunicar, paso a la receta de la salsa mexicana:
Procesar en la minipimmer o licuadora (o picar bien chiquito): 4 tomates peritas maduros, 1 cebolla, ½ diente de ajo (opcional), 1 ramita de cilantro, 1 pizca de azúcar, sal, 1 cucharada chiquita de comino (también opcional) y una pizca de ají picante.  Dejar estacionar en la heladera un buen rato para que se acoplen los sabores. Se acompaña con nachos o totopos.Si les quedó medio desabrida, pueden subir la carga en una próxima oportunidad. Pero de a poco, por favor. No vaya a ser que manden algún amigo al purgatorio. Y si eso sucede, manténganse siempre alejados de vuestro paraguas de punta de acero.

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