miércoles, 1 de diciembre de 2010

Tarta de hongos y puerros


Una tarta muy fácil. En primer lugar, tendremos que hacer una base de tarta, para lo cual: mezclar harina leudante con aceite, agua, pimienta y sal hasta formar una masa que no se pegue a los dedos. Las proporciones, las que quieran. Yo, en general, por cada 250 gramos de harina, le agrego 1 taza chica de aceite. Otras veces improviso y me termina yendo bastante bien igual, porque lo que busco hacer es una base de tarta muy simple y poner el empeño en el relleno. Ahora, si andamos pretenciosos y queremos una masa crujiente y deliciosa, habrá que reemplazar el aceite por manteca fría o buscar una receta que no sea tan amateur como esta que les paso. Entonces, amasamos bien nuestra preparación, forramos con ella una tartera y la horneamos unos diez minutos (pinchar con los dientes del tenedor para que no se hinche).

En una sartén, calentamos aceite de oliva y salteamos cebolla blanca y puerros (bastantes) cortados finitos. Antes que se empiecen a dorar, agregamos champignones fileteados. Salamos y pimentamos. Dejamos en el fuego unos minutos más, apagamos y luego agregamos un poco de crema o queso crema y, si nos gusta salado, también queso rallado. Cubrimos la tarta con el relleno, echando por encima más queso o muzzarella. Llevamos al horno para gratinar.

En vez de usar champignones o portobello, podemos usar hongos disecados -previamente hidratados en caldo o vino blanco-,  o algún otro al que ustedes le tengan confianza. Con los hongos hay que tener cuidado (o eso dicen los fabricantes de códigos de barra). Coluche -un humorista francés- decía que "todos los hongos son comestibles; aunque algunos, solamente una vez". Esa cita es la primera yapa. La segunda es un cuento muy hermoso y breve de Franz Kafka titulado "El puente":

Yo era rígido y frío, yo estaba tendido sobre un precipicio; yo era un puente. En un extremo estaban las puntas de los pies; al otro, las manos, aferradas; en el cieno quebradizo clavé los dientes, afirmándome. Los faldones de mi chaqueta flameaban a mis costados. En la profundidad rumoreaba el helado arroyo de las truchas. Ningún turista se animaba hasta estas alturas intransitables, el puente no figuraba aún en ningún mapa. Así yo yacía y esperaba; debía esperar. Todo puente que se haya construido alguna vez, puede dejar de ser puente sin derrumbarse.
Fué una vez hacia el atardecer -no sé si el primero y el milésimo-, mis pensamientos siempre estaban confusos, giraban siempre en redondo; hacia ese atardecer de verano; cuando el arroyo murmuraba oscuramente, escuché el paso de un hombre. A mí, a mí. Estírate puente, ponte en estado, viga sin barandales, sostén al que te ha sido confiado. Nivela imperceptiblemente la inseguridad de su paso; si se tambalea, date a conocer y, como un dios de la montaña, ponlo en tierra firme.

5 comentarios:

  1. Estela bonita, yo hago una masa igualito que tu y es una maravilla, crujiente y fina!.
    me gusta mucho tu receta, y tus textos que ofreces como regalo para la imaginación!!!
    Mil besos preciosa!!!!

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  2. Ay Estela tiene que estar riquísimo, sencillo y con unos ingredientes estupendos... ya me puedo imaginar el sabor con ese quesito fundido encima :) besos

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  3. Me encantan las fotos! Ale

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  4. impresionante! rico sabroso colorido y con un hermoso puente para esta 'lejania' : ) gracias!

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  5. Juana, Nuri, Ale y Moni, miles de gracias chicas! ¡Besos a todas!

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