domingo, 1 de mayo de 2011

Sorbete de granada


¡Feliz día del trabajador!  La fecha de hoy no debiera festejarse sino conmemorarse. A pesar de ello, yo celebro el tener un día feriado como se debe para poder recuperar energías, sueño y buen humor. Hoy está lluvioso y tras la ventana las cosas se ven como mustias, lentas, melancólicas (qué bajón). Amago a empuñar el limpiavidrios pero me detengo. Hoy en esta casa hoy no se limpia, se descansa. Me acomodo en el sofá  y pienso en las tres mejores maneras de disfrutar una tarde de otoño como esta:  o le doy play a Triste de Paul Bley, o retomo por cuarta vez el desquiciado Ulises de Joyce o me torturo una vez más con  El Sacrificio de Tarkovsky.  Pienso poco y decido rápido. En la tele dan una peli de estas en donde todos se cagan a tiros. Perfecto. ¡Qué buen plan!

Sorbete de granada para una tarde lluviosa
Ingredientes:
5 granadas
1/3 de taza de azúcar (impalpable)
Unas gotas de jugo de limón

El trámite es sencillo:
Cortar las granadas al medio y exprimir (como se exprimen las naranjas). Colar el jugo para que no queden semillitas y llevar a una olla con el azúcar y las gotas de limón. Dejar que se consuma el jugo hasta que llegue a punto almibar. Enfriar en el freezer por un par de horas. Cuando esté firme, pasar por procesadora o rallar con una cuchara hasta formar un frapé. Servir inmediatamente, antes que despachen a Henry Fonda.

Como sigue y sigue lloviznando y tengo ganas de escribir, he dedidido atormentarlos (si es que alguno tiene tiempo y ganas) con la historia (verídica) de Juan Baigorri Velar, "el hombre que hacía llover". De todas las biografías sobre inventores que haya escuchado o leído en mi vida, esta es mi favorita: 
A principios de S XX, Juan Baigorri Velar, un ingeniero argentino especializado en geofísica, descubrió que uno de los aparatos inventados por él (que medía el potencial eléctrico y las condiciones electromagnéticas de la tierra), cargado de reactores químicos y conectado a una batería, provocaba lluvias en el lugar donde se encontrara. Baigorri realizó una cruzada por diversas provincias argentinas -en lugares donde acechaba la sequía- para probar que podía hacer llover. La noticia se esparció como gota de chubasco por todos sitios, provocando risas, desconfianza y recelo en la opinión pública, prensa e instituciones meteorológicas. Un buen día (un 28 de diciembre, si no me equivoco) el diario Crítica lo desafió a hacer llover entre el 2 y 3 de enero de 1939. El Director del Servicio de Meteorología Nacional, que no paraba de gastar a Baigorri –sosteniendo que todo se trataba de un invento infame o de la obra de la casualidad-  le envíó de regalo un paraguas y una tarjeta con el texto “para que lo use el 2 de enero”. El sarcasmo del meteorólogo provocó honda cólera en Baigorri quien, restregándose las manos, se preparó para la contrapartida y escribió “como respuesta a la censura a mi procedimiento, regalo, por intermedio de Crítica, una lluvia a Buenos Aires para el 3 de enero de 1939”.

El 1ro. de enero fue un día caluroso y húmedo. Por la noche, despejado. La mañana 2 de enero, la veleta de gallo no acusó recibo. Pero hacia la noche, el cielo ennegreció súbitamente. Se levantó un viento furioso que desencadenó en una de las tormentas eléctricas más furiosas que cualquiera de aquella época pudiera recordar (¿alguien me sigue?).
El 3 de enero el diario Crítica cambiaba el título principal de la quinta edición: "Como lo pronosticó Baigorri, hoy llovió"; "Baigorri consiguió que tres millones de personas dirijan sus miradas al cielo".
Al poco tiempo Baigorri era convocado desde las más insólitas localidades para hacer desatar tormentas eléctricas por doquier. Mucho hizo llover Baigorri hasta que un buen día se cansó. Guardó el cacharro y no volvió a usarlo jamás.
Con el tiempo la gente se olvidó del "hombre que hacía llover". Baigorri murió solo, pobre, en la habitación del departamento de un amigo, en el otoño de 1972. Durante el entierro, en el cementerio de la Chacarita, fue despedido por una copiosa lluvia.
Otro trabajador incomprendido, como si en esta tierra tuvieramos pocos. Más cosas pueden leer en la muy interesante nota publicada en Radar.
¡Hasta la próxima y feliz -aunque plomizo- domingo del trabajador!

9 comentarios:

  1. Los sorbetes me pueden, viviría de ellos!!
    De granada no se me había ocurrido, y mira que lso hago de casi todo. Te lo voy a copiar sin ningún pudor ;-)

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  2. Nos sentimos ya TAN veraniegos en estos ùltimos dìas que los helados, sorbetes y demàs estàn a la oden del dìa. Incluso en dìas nublados como lo fuè el domingo. :)

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  3. Que bonita y triste historia nos has contado!..y eso de decidir entre el Ulises y la peli que se cagan se cagan a tiros...me has hecho sonreir!!, pero que quieres que te diga!, yo el Ulises lo comenzé hace al menos 20 años, y aún no tuve ganas de terminarlo :) demasiado desquiciado como bien dices!
    Me gusta verte aqui con tu rico sorbete, pero sobretodo por traernos tu presencia!
    Besitos linda amiga!

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  4. Me quedo con el sorbet, porque Ulises para mi es imposible.
    Las granadas eso sí por aquí no hay, ya no es época, pero me lo guardo.
    Besos

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  5. Mi linda Estela!!, me encantan tus lindos comentarios!..por si no te veo antes que tengas un feliz fin de semana amiga!

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  6. ¡Gracias chicas por sus comentarios! Como siempre, me hace muy feliz recibirlos.
    Hace muchos años me apostaron a que nunca terminaría de leer el Ulises, así que de vez en cuando lo retomo. ¡Pero qué dificil se hace pasar de la mitad!

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  7. Como adoro a los Argentinos es como adoro las granadas,tengo granadas y me las como a granel,tan exquisitas que son dieron bastante trataré de hacer este sorbete,cariños y abrazos colega querida.

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  8. Me gusta mucho esta receta, y tu blog tb desde hoy te sigo.
    Hace unos meses en colaboración con la Asociación de productores y comercializadores de granada de elche hicimos un concurso de rectas con granada, desde mi blog puedes descargar el libro resultante.

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