domingo, 21 de febrero de 2010

Islote Es Vedrà

 

Para la gente que cree en los duendes de Es Vedrà, ese islote al sur de Ibiza que completa el famoso “Triangulo del Silencio” y para quienes además de creer han puesto un pie sobre la roca mágica de esta isla, vamos a postear la receta de un postre que no es flan, ni tarantela, ni zinganella ni isla flotante. Es, como bien dice el título… (mejor ni lo repito).
Para hacer el triángulo de los tres (o cuatro) islotes, necesitamos: moldes individuales o un molde mediano, ½ litro de leche, una rama de canela, unas gotas de esencia de vainilla, 1 taza de puré de zapallo dulce, 3 cucharadas de maicena, 2 huevos y azúcar. Ponemos a calentar la leche con la rama de canela y las gotas de vainilla. Dejamos hervir un par de minutos y apagamos el fuego. Separamos las claras de las yemas. Batimos las claras a punto nieve  recordando que si les ponemos una pizca de sal quedan más resistentes. En otro recipiente batimos las yemas con el azúcar hasta el punto letra. Le agregamos el puré de zapallo y 4 cucharadas de maicena (despacio para que no se agrume). Cuando la leche esté tibia, agregamos a la preparación de yemas y zapallo. Después añadimos las claras batidas a nieve, procurando que no se desinflen. Poner azúcar en moldes individuales (o en el molde) y caramelizar sobre la hornalla. Retiramos del fuego. Agregamos en los moldes nuestra preparación y cocinamos a baño maría (me refiero a que tienen que poner una olla con agua hasta la mitad y cuando el agua hierve, meter el molde y dejar cocinar en la olla semidestapada). En 20 minutos o media hora, apagamos el fuego. Recién cuando esté tibio, lo guardamos en la heladera. A las dos o tres horas ya se podrá desmoldar. 

Volviendo al tema que nos compete: los (des) afortunados que han conocido Ibiza (entre los cuales no me en-cuentro) dicen que llegar ahí es casi imposible. Y los que logran poner un pie sobre la roca mágica de Es Vedrà, retornan a su tierra alterados. Algunos dicen haber visto objetos no identificados por el cielo y otros dicen haber hablado con gente que desaparecía de imprevisto. Están también los que cuentan que una luz mágica los envolvió y transportó hasta otro planeta para luego devolverlos a éste con la sospecha de haber sido metamorfoseados. Da impresión, no? Y todo gracias a una roca metamórfica. Como verán en esta foto, la roca en cuestión está representada por una nuez. Y les cuento que si la meten en el molde mientras se hace el caramelo, queda bárbara.

PS: Aunque muchos de ustedes no lo sepan, en González Catán tenemos nuestra ciudad mágica: Campanópolis. Algunos dicen que Campanópolis es una isla, pero yo no estoy de acuerdo porque para mí las villas miserias no son agua. Sea como fuere, he tenido la suerte de estar trabajando varios días en esa aldea construída por Antonio Campana -que no es el dueño de la Campagnola como por equivocación anduve repartiendo por ahí-, y puedo asegurar que si bien no he visto fantasmas, ni fui transferida a ningún lugar más lejano que a una motorhome, la ciudadela a las tres de la mañana tiene vida propia. Para contarles alguna anéctota tendré que esperar a que una de mis recetas esté a la altura de las circunstancias.

2 comentarios:

  1. Genial que hayas vuelto a publicar! Ayer vi la peli de Cassavettes, llore como un marrano! Y para apaliar la pena tendria que haber comido tu postre. Ale

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  2. Y, te dije que era para llorar! Besos mana y gracias por visitar mi blog.

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